Zabdiel.
¿Qué acababa de pasar?
¿Acaso eran las hijas de los señores? En fin...—Entonces eres... ¿Manu España?—Le molesto.
—No tío, soy Manu y nací de España— Era más que obvio que ya había entendido, pero este chico era un blanco fácil para bromas.
—¡Chicos, chicos!— La misma señora de camuflajes nos hacía señas.
Manu me mira extrañado.
—Eh macho, nos llaman.
—Eso veo.
Camino con la maleta en mano y siento a Manu caminar detrás mío.
—¡Oh vaya, de cerca se ven más fortachones!— dice la mujer.
Manu ríe.
—¿Ha pasado algo guapura?— Manu le dice.
—Oh ¡Por favor!— sonríe y se pone una mano en pecho.— Chicos, necesito su ayuda, ¿Ven estás maletas?— señala unos bolsos gigantes junto a ella.
Ambos asentimos.
—Bueno... Yo quería saber si ustedes, unos niños fuertes y además de todo amables— comenzó— podrían llevar estás maletas a su debida cabaña, sí me ayudan les doy el privilegio de escoger la cabaña que quieran.
—Eso vendría siendo... ¿Un chantaje?— Manu soltó.
La señora se limitó a asentir.
—Claro, dígame a cuál y listo— Mis ojos se posan en aquella maleta rosa con estampados de letras que formaban frases, era de la chica castaña.
La señora Sarah, logré ver el nombre en su chaleco, tomó el puño de llaves que colgaba de su pantalón y buscó la llave con un número grabado en ella.
—Listo, las dejarían ahí nada más, después me buscan y arreglamos lo de su cabaña, caballeros, ¡Nos vemos!— Sarah entró a la recepción.
—¡Pero si son más de mil! ¿Cómo llevaremos esto? ¿Y las nuestras?— se quejó Manu.
—Tranquilo papi, si podemos.
A nuestra suerte, la cabaña no se encontraba tan lejos, Manu jadeaba con su maleta en la espalda y dos en sus manos, suelto ambas maletas de mis manos y tomo la llave. Las cabañas eran bastante rústicas y amplías Manu logró subir al portico.
—Wow, justo como lo imaginé.
Abro la puerta, la cabaña contaba con dos camas individuales, armarios un escritorio y al parecer un baño, Manu desganado se tumba en el suelo a tomar aire, unos segundos después se pone de pie.
—¡Mira esa vista tío!— Se pega como mosca ala ventana.
La verdad es que si era una hermosa vista, daba justo al lago dejando ver las montañas, arbustos y árboles.
—¡Toc toc!— se escucha desde afuera.
—¿Quién en es?— Pregunta Manu, el cuál seguida ido mirando por la ventana, yo golpeo su brazo, él se gira de inmediato.
—Ya íbamos de salida, solo...— la chica me interrumpe.
—Gracias, este— Se tumba en su cama. ¿Este? Tengo nombre, pero bueno, ella aún no lo sabía. "Este" pienso con disgusto, que chica tan odiosa.
—Eh, macho, ¿cuál es tu apellido?—su ceño se frunce.
La pregunta no venía al caso en lo absoluto. Todos le miramos expectantes.
—¿Qué?—nos dedica una mirada severa.—Yo dudo que sea "Este"—suelta con disgusto ante como la castaña me había llamado.
—Y no lo es— Le digo apoyando mi mano en su espalda invitándole a salir de la cabaña, para yo seguirle.
Manu.
—¿Morales? ¿Martínez? ¿Rodríguez? ¡Ya sé! ¿González?— Pregunto.
Zabdiel me mira.
—No, nop, nope y definivamente nah.
—Bueno, no es como si los supiera todos, sólo he dicho varios que tenían ex compañeros del kinder.
—De Jesús— me dice.
—¿Es común en tú país?— espero su respuesta.
—Supongo— se encoge de hombros.
—Y la castaña.. ¿Quién es?
—No lo sé.
—¿También es tú primea vez aquí?
—Lo has dicho, no conocía el dichoso campamento Starling, así que vamos, hay que recorrerlo.
Zabdiel se veía como un chico de campamentos, tenía toda la pinta.
—¡Vamos!— exclamo. —Espera, mejor vamos a en busca de nuestra cabaña, no soporto un minuto más con esta maleta en mi espalda. Zabdiel me da la razón.
Pasamos unos cuántos árboles y llegamos ala recepción, la señora de hace un rato yacía sentada en la gradas, pelando una naranja, parecía muy amable.
—¡Chicos! ¿Cómo les ha ido?— sonríe.
—¡Excelente, tienen unas vistas de ensueño!— le digo.—¿Gustan una naranja?— Yo asiento.
—Nos gustaría escoger nuestra cabaña—Zabdiel dice. Vaya que cambia su humor.
—¡Por supuesto! ¿Cuál han escogido?
—Pues a mi me ha gustado la vista del lago—No mentía, era excelente.
—Cerca de las chicas entonces—Sarah dijo.
—¿Ese es el sector de las chicas?—Pregunto.
—Oh no, digo que cerca de la cabaña de la que vienen— Sarah sonríe.
—Esa entonces...— Zabdiel dice con todo pícaro.
Uy, esto se va a poner bueno. Pienso.
—Tomen su llave, no deben perderla por nada del mundo, si llega a extraviarse la llave, serán sancionados, mis niños— Advirtió Sarah queriendo sonar intimidane, pero falló.
Sarah se despide.
Zabdiel me entrega la llave para encargarse de su maleta, la llave marcaba el número diecisiete, justo ala vista del lago, vaya fotos iba a tomar, pienso.
—Manu, abre rápido que tenemos que instalarnos.
—¡A la orden, camarada!— ¿Así hablaban los campistas? No, no lo creo.
—Es un campamento, no un barco pirata—Zabdiel golpea mi hombro en juego. Ambos riemos.
Nuestra cabaña era bastante diferente ala que habíamos entrado hace unos minutos, nosotros contábamos con una litera, baño y solo un armario. ¿Pero que ha pasado aquí?, Volteo esperando ver la reacción de Zabdiel, pero aquella era omisa.
—¿No notas algo diferente, tío?— pregunto curioso.
Zabdiel que se encontraba en la cama de arriba recostado con los brazos sosteniendo su cabeza, dice; —¿Te sorprende?.
—Que no te niego, es muy diferente— mi ceño se frunce.
—Son las hijas de los dueños papi— habla tranquilo. Me limito a asentir.
—Al medio día está el almuerzo, así que tengo media hora de sueño, no te vayas a dormir, tenemos que escuchar el itinerario.
—¿Dormir con este calor?.
Zabdiel hace un ruido casi mudo, dejándome hablar solo.
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Starling Camp
FanfictionFanfic sobre Zabdiel de Jesús Historia narrada en partes cortas por cada personaje.