Fabricio abrió los ojos y no sabía si había despertado o aún estaba soñando. La noche anterior había vivido demasiado en poco tiempo, y esta mañana estaba amaneciendo en el sofá de Linda. Los últimos momentos de la noche estaban borrosos, habían tomado mucho, pero había sido muy divertido. Se levantó y camino a la amplia cocina, sobre la mesada había una nota que decía “Fabri, cuanto te levantes, si lo haces antes que yo, calentá el café que está en la cafetera, ponele dulce a las tostadas de paquete que están en la alacena, sonreí muy fuerte y vení a desayunar conmigo a la habitación. Pd: por mas noches como esta” Fabricio se reía con cada palabra porque recordó estar en el momento que Linda lo escribía, ambos se reían mientras ella en voz alta se dictaba a sí misma. Doblo el papel e hizo todo lo que decía. Lentamente entro a la habitación de Linda con la bandeja en la mano, y la despertó suavemente.
Lo que hace que un hombre no me trae el desayuno a la cama – dijo linda mientras se incorporaba – al menos uno que si tengo ganas de ver a la mañana siguiente – rió.
Hicieron un repaso de la noche y se reían a carcajadas, en ese momento Linda chequeo su celular y tenía 10 llamadas perdidas de la agencia, también mensajes de whatsapp y un audio. “sabía que con las dos presencias te ibas a dormir” – decía la voz de una mujer en el mensaje de voz – “te recuerdo que a las 15hs tenes que estar en pre producción de para la campaña esa de la naturaleza que arranca 16.30, avísame cuando escuches esto no me hagas ir hasta tu casa” Linda se levantó rápidamente y corrió al baño.
Yo sabía, mi agenda es un desastre – gritó Linda. Por favor Fabri llamala a esta mujer y decile que en un rato estoy por ahí, por suerte tenemos tiempo, y si suena el teléfono atendelo, yo me voy a bañar - cerro la puerta del baño. Eran las 13.30hs, Fabricio chequeo el contacto en whatsaap y llamo a esta tal Sandra que era una representante de la agencia donde Linda trabajaba. Por fin me atendés – dijo con cierta impaciencia la mujer - ¿Qué tal? - Respondió Fabricio – llamo para avisarle que Linda va a estar por ahí en un rato. – Fabricio escucho las preguntas sobre su identidad y respondió cada una con gentileza, luego comenzó a anotar cada cosa que Sandra le pedía que transmitiera a Linda. Durante el baño de la modelo Fabricio atendió cada llamada y tomo nota de cada cosa, incluso, al ver la agenda de Linda llena de papeles, se tomó el atrevimiento de ordenarla, incluso, también a pedido de ella, llamo a Nicolás, el estilista, para que vaya a peinarla a su casa y así adelantar tiempo antes del evento. Linda estaba con algo de mal humor, aunque no se la agarraba con nadie, esta campaña tenía que ver con una postura contra el maltrato animal, algo por lo que a Linda siempre había luchado, y quería estar bien despierta para responder a las preguntas de los medio que seguramente se iban a dar cita en el lugar. Fabricio aprovecho a bajar del departamento de Linda cambiando las llaves con Nicolás que ya había llegado y se dirigió a su casa.
No recordaba la última vez que había vivido cosas emocionantes, el desfile, las palabras de Lorenzo, la fiesta en las discos, y hablar con Joaquín. De a poco el sinsabor que Mario le había dejado se calmaba y empezaba a no importarle. En el camino a su casa Fabricio empezó a reflexionar sobre su vida y las cosas que le habían pasado hasta llevarlo al lugar donde estaba hoy. Él se sentía cómodo con su vida hasta ese momento, donde había descubierto una vida diferente, un poco más parecida a la que él quería y que quizás, no se permitía vivir. Recordó su pueblo, los pocos amigos que tenía y que por razones de estudio todos migraron a diferentes ciudades, recordó su casa y su aroma tan peculiar de la comida que su abuela hacia antes de morir, también a su padre los domingos en sillón fumando un cigarrillo tras otro para calmar la ansiedad del partido de futbol, a su madre en la cocina tomando el té con alguna amiga, también recordó cuando salía del colegio a los 17 años y las cuadras que caminaba hasta llegar a la cafetería donde trabajaba medio turno, todas esas imágenes le transmitían paz y alegría, él se sentía seguro en esa época, incluso guardando ese secreto que de a ratos le pesaba mucho sobre su sexualidad, y recordó a Lucas.
Una tarde de otoño en su pueblo Fabricio salió del colegio apurado para llegar a tiempo a la cafetería, se había retrasado esperando la devolución de un trabajo que había entregado, corrió las ultimas cuadras y entro derecho por la puerta de atrás y disculpándose reiteradas veces. La responsabilidad siempre tuvo un peso muy importante en su personalidad. Se puso el delantal agarro la bandeja y una libreta y fue directo a atender la primer mesa que vio, una en donde había 3 jóvenes apenas unos años mayor que él, si bien ya los había visto alguna vez, no los conocía ni había hablado con ellos. Tomo la orden de los dos primeros y cuando vio al tercero quedo perplejo, su belleza lo llego a avergonzar y sus manos le transpiraban, haciendo todo lo posible para disimular escribió en su libreta el pedido y salió de ahí tan rápido como como una caminata disimulada le permitía. Fabricio con 17 años sabía que le gustaban los hombres incluso ya había pasado por el hecho de escribirle poemas en secreto a su compañero e incluso por confesárselo a Linda, pero nunca había vivido la sensación de excitarse casi de inmediato con un desconocido. Luego de respirar tres veces llevo el pedido a la mesa, agradeciendo al cielo que su equilibrio con la bandeja no lo haya traicionado, los tres jóvenes sacaron sus billeteras al verlo y aprovecharon a pagarle la cuenta dejándole incluso una buena propina. Fabricio nos los vio irse porque había estado limpiando atrás, pero no podía sacarse la imagen de ese joven durante todo el día incluso la mañana siguiente fue lo primero en lo que pensó al despertar, cada vez que la imagen de ese chico le venía a la mente sentía el mismo cosquilleo en la panza. Nuevamente llegó al trabajo luego de la escuela y como el salón estaba tranquilo se puso a barrer, escucho a sus espaldas que la puerta se abrió y giró para darle la bienvenida a quien quiera que sea. De pronto lo tenía de frente, el joven había vuelto, pero esta vez solo, escogió una mesa y se sentó. Fabricio fue a atenderlo
¿Te tomo la orden? – pregunto Fabricio tímidamente y casi sin poder mirarlo a la cara.
Si – contestó el joven – quiero un café negro mediano por favor.
Fabricio fue a hacer el café y notó de reojo que estaba siendo observado por el chico, que daba vuelta la vista cada vez que Fabricio giraba. Le llevo el café y como el día anterior le pagó en ese momento
¿Sos de este pueblo vos? No recuerdo haberte visto antes – pregunto el joven mientras sacaba la billetera
Si – contestó Fabricio – soy de acá.
¿Cómo te llamas? - preguntó mientras le entregaba el dinero
Fabricio – contestó rápidamente y se animó a pregunta- ¿y vos?
Lucas. – sonrió.
Una vez más Fabricio no vio el momento en que Lucas se había ido pero seguía teniendo esa sensación de cosquilleo. Ya cansado por ese largo día se despidió de sus jefes y salió por la puerta principal de la cafetería
¿Te acompaño unas cuadras? – se escuchó a su espalda, al girar notó que quién le hablaba era Lucas. Fabricio no había notado en la cafería que Lucas era bastante más alto que el, era rubio con el pelo desordenado y largo tenía un cuerpo trabajado por deporte, y su look eran los jeans rotos o desgastados combinados con una campera también de jean, zapatillas All Star y una remera. Fabricio asintió a la propuesta de Lucas y caminaron juntos. Iban charlando de la vida de cada uno, y la timidez de Fabricio parecía haber desaparecido, se sentía cómodo con Lucas, y le temblaban las piernas cuando lo escuchaba reír. Durante varios días Lucas repetía la misma secuencia, tomaba un café negro mediano en la cafetería y después lo esperaba a que salga y lo acompañaba caminando hasta su casa. El vínculo entre los dos se fortalecía cada vez más, se hacían chistes, e incluso hablan de cosas profundas. Una noche Lucas lo espero a la salida como siempre y le propuso a Fabricio cambiar el camino tomar uno más largo para estar juntos un rato más, a lo que Fabricio accedió sin dudar, entre caminata y charla Lucas le dijo a Fabricio que iba a mostrarle un lugar que él amaba, era una casa abandonada en plena construcción que llevaba años ahí, pero al subir a la terraza tenías una vista panorámica del pueblo y las luces de la noche, esa imagen era tan hermosa como la sensación que Fabricio tenía de estar ahí y con él. Lucas lo abrazo por detrás con cautela esperando la reacción y Fabricio se dejó llevar por el momento Lucas lo giro suavemente y cuando lo tenía en frente lo beso suavemente en los labios hasta que el beso se fue convirtiendo cada vez más intenso. Podía sentir como el pecho de Lucas se oprimía sobre el suyo, y como sus hormonas se empezaban a revolucionar en lo que era el momento más mágico de su vida. Esa noche Lucas lo acompañó y lo invitó a su casa al día siguiente ya que sus padres no iban a estar. Fabricio fue preparado para lo que iba a pasar. Lucas le abrió la puerta con una enorme sonrisa, llevaba puestos sus jeans otro par de zapatillas de la misma marca pero esta vez en negro y una musculosa blanca que permitía apreciar su cuerpo, una vez que Fabricio estaba adentro y Lucas cerró la puerta se abalanzó con prisa a besarlo, era como si ambos habían estado contando los minutos para volver a hacerlo desde el día anterior. Esta vez el beso fue incluso más intenso y la fogosidad de sus jóvenes cuerpos empezaba a aumentar Lucas bajo su mano por la espalda de Fabricio hasta tocarlo y Fabricio sintió como ambas erecciones se llegaban a tocarse.
Quiero acostarme con vos – dijo Lucas en voz suave. Fabricio jamás había estado sexualmente con nadie, pero creía que había llegado ese momento, Lucas era todo lo que había soñado e incluso más de lo que podía haber imaginado.
Lucas lo tomó de la mano y lo guio hasta su habitación, lo beso contra una de las paredes y se sacó la musculosa, el aroma de su piel se impregno en la respiración acelerada de Fabricio quien también se despojó de campera de algodón gris y su remera negra. Lucas lo acostó a en su cama y le saco sus zapatillas y sus jeans y luego se sacó sus prendas, Fabricio no podía creer estar acostado en ropa interior en la cama Lucas quien se acostó sobre el besándolo suavemente
¿Estás bien? – pregunto Lucas con amabilidad y Fabrico asintió - ¿estás listo? - Pregunto Lucas – si – contestó Fabricio con firmeza. Lucas se sacó su ropa interior dejando al descubierto su desnudez y luego lo hizo con Fabricio. Tomo de su mesita de noche u preservativo y se lo puso untándolo luego con un gel, lentamente subió en sus hombros las piernas de Fabricio que estaba acostado y muy suavemente comenzó a penetrarlo, sin dejar de preguntar por la comodidad y bien estar de Fabricio. El dolor era intenso pero la excitación y el placer lo superaban. Lucas se había convertido en un hombre que Fabricio jamás olvidaría. Por lo especial de su primera vez y por la forma despiadada en que lo dejó. Las visitas en la cafetería empezaban a disminuir cada vez más y sus encuentros solos tenían que ver con veloces relaciones sexuales en casa de Lucas cuando sus padres no estaban e incluso un par de veces de manera incómoda en la casa abandonada. Fabricio se había enamorado de Lucas pero este le mostraba cada vez más desinterés. Lo último que Fabricio recordó de Lucas fue la frase “me gusta acostarme con gente, por eso me acuesto vos” haciéndole saber que no era amor y que no iba a serlo.
Fabricio llego a su departamento, un poco agobiado de tantos recuerdos, y se preguntaba si quizás esas experiencias lo habían convertido en ese hombre que hoy era, a lo mejor el miedo por no sufrir lo que había sufrido le impedía convertirse en esa persona que quería ser, el hecho de ser invisible lo protegía, justamente, de que alguien se fijara, incluido el mismo. Al caer la tarde, se dio un baño, se puso su bata y se sirvió una copa de vino se sentó en su sillón mandándose mensajes con Linda que estaba saliendo de la campaña contándole lo caótico de su día, cuando de pronto una notificación le aviso que Joaquín había aceptado finalmente su amistad, y acto seguido un mensaje del mismo que decía “Hola, ¿cómo estás?“
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Fabricio: entre el miedo y el deseo
RandomFabricio está marcado por los hombres de su pasado, convirtiéndolo en un ser introvertido, rutinario, y sintiéndose menos que cualquiera. Sus días transcurren en su trabajo mal pago de cocina. Es amante de la moda pero no se siente merecedor de ella...