Serendipia;;
Hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando algo distinto.En el pueblo de Cameron, las noches de verano eran las más
importantes del año. No sólo por los festejos que rodeaban las calles y el ambiente de imperturbabilidad en contraste, sino porque se decía que era el momento en el que la magia se cernía como un manto de colores sobre sus vidas, unos lienzos muy diferentes.El chico se encontraba tendido en su cama con los ojos abiertos mirando al techo, sin poder pensar en nada; el silencio era su peor enemigo. Le tatareaba una vasta melodía que le impedía conciliar el sueño.
No aguantaba más esa tortura, le dolía el cuerpo y sus orejas estaban hartas de escuchar las horrendas letras del silencio. Tomó un cigarrillo de un cajón, y se sentó en el alféizar de su ventana. Le pareció ver como los rayos de la luna chocaban contra su ventana y como una voz cantaba dentro de su alma, con un ansia que no era la suya.
El castaño se preguntó entonces como había llegado hasta allí, como había pasado de ser el chico que jugaba a las muñecas con su hermana, abrazaba a su madre, enseñaba a su padre a montar en bicicleta o jugaba a las carreras con sus amigos ¿Qué le había pasado?¿Cual era el pequeño cambio que había desencadenado este efecto mariposa?
Se levantó y fue hacia el espejo de su cuarto.Su reflejo le devolvía la imagen de un niño que quería parecer un adulto. Sus ojos castaños estaban rojos a causa del insomnio, su cabello había perdido toda su vitalidad, y su cuerpo tenia varios ematomas debido a las peleas. Tenia 14 años, ¿Qué estaba haciendo con su vida? Tiró el cigarrillo a la vez que se derramaba una lágrima por su mejilla.
Con la vista nublada caminó sin rumbo por la casa. Sus pies descalzos se sentían fríos en comparación con el suelo de madera, pero poco le importaba. Llegó a la cocina, y fue hacia la alacena, donde estaban las galletas.
Hacía meses que no tocaba una galleta. Según su grupo de nuevos amigos eran de niños pequeños, y Cameron no había tomado ninguna desde entonces.
Observó el paquete, eran galletas de personajes animados, sus favoritas. A nadie le gustaban, pues eran de chocolate con pasas ¿Por qué las guardaban sus padres? Una respuesta se coló entre la noche. Tal vez su familia esperaba que su hijo volviera a ser el chico alegre que se sentaba a desayunar galletas con ellos cada mañana.
Tal vez el también quería eso.
Clavó su inocente mirada en los recuerdos del pasado, mientras enraizó, con el corazón en mano, todos los valores de niño. Su alma apareció desnuda ante él, su ser en completo esplendor.
Una brisa sacudió el cuerpo de Cameron, que estaba anonadado. Tomó una galleta aún en trance y se deslizó fuera de su casa sigilosamente.
Agarró una bata y abrió la puerta de su hogar. Su gran porche se encontraba algo distinto de noche, era más aterrador.
Una alocada idea cruzó su cabeza, y los engranajes de su cerebro comenzaron a trabajar aceleradamente.
Cruzó las piedras del suelo hacia su garaje, donde tomó su vieja bicicleta que se encontraba escondida en una esquina. La había escondido cuando le había dicho a sus padres que ya era adulto para bicis, gritándoles y recriminándoles.
Montó con un sentimiento de culpa, sus padres siempre le habían apoyado y ayudado en todo, y el los recompensaba de la peor manera posible.
Pedaleó colina arriba sin detenerse, con el corazón en la boca. Llevaba demasiado tiempo sin hacer ejercicio, pues durante las últimas semanas se había negado a participar en las clases de deporte de su instituto, y había dejado su pasión, el baloncesto.
Suspiró deteniéndose ante el gran pórtico de hierro ante él. Había llegado al cementerio de las estatuas, donde su hermano había pasado toda su vida.
《Tu puedes hacerlo》Se alentó Cameron mientras deslizaba un pie dentro.
Las briznas de hierba le cortaban los pies aún descalzos, provocando le pequeños cortes que comenzaban a sangrar. La niebla se extendía al vacío, dándole al paisaje mustio un tono incierto, se instalaron en la mente del chico, recuerdos borrosos de lo que fue y ya no existe.
Llegó a una plaza justo en el centro de aquel horrible lugar, donde se alzaba la estatua se un payaso.
Una vez dentro, Cameron advirtió que el recinto era mucho más grande de lo que recordaba. En un principio, parecía que había una treintena de estatuas, medio ocultas en la vegetación.
El Jardín de Estatuas.
Avanzó unos pasos, mientras un frío se instalaba en su espalda. Alzó la vista hacia la luna, que brillaba como una gran lámina de oro.
El castaño distinguió un camino de piedra oscura,que se adentraba en el jardín, y se dispuso a seguirlo. Aminorró el paso en cuanto la primera estatua apareció en su campo de visión.
Se trataba de un contorsionista de nariz aguileña y mirada perdida. De súbito, recordó que a su hermano le encantaba el circo ¿Por qué todo le recordaba a él?
Siguió su camino por la maleza, admirando las estatuas, cada una más terrorífica que la anterior, tal vez porque todas tenían relación con su hermano.
Aparentemente, las estatuas formaban círculos concéntricos, y Cameron se dió cuenta entonces de que todas y cada una miraban hacia el Norte.
Llegó a lo que parecía ser una plaza, y el chico supuso que se encontraba en el centro del recinto. Había un banco de madera que tentó al chico, cuyas piernas estaban matando.
Sin embargo, al alzar la vista, se quedó paralizado. Sobre un pedestal,en el centro, se encontraba una estatua de al menos unos dos metros. Un payaso sonriente de cabellera erizada, con la mano extendida en un puño cerrado, como si estuviera escondiendo algo.
Cameron retrocedió un paso instintivamente, le daban miedo los payasos, más aún cuando tenían una macabra mueca en el rostro.
-¿Aún con miedo a los payasos?
El chico pudo oír como una figura envuelta en la bruma nocturna le susurraba las palabras al oído. Se giró de golpe, con el corazón latiendole con fuerza y la respiración entrecortada.
-D-da....niel -Logró articular su nombre en trance.
-¡Hermano!Sal de tu parálisis y abrázame.
Abrió los brazos invitándole a ir, y Cameron no lo dudó y echó a correr los metros que los separaban. Enterró la cabeza en el hombro de su hermano, y este le abrazó con fuerza, brindándole protección.
No quería soltarse,pero sabía que necesitaba respuestas. Se separó con lágrimas en las mejillas, que limpió rápidamente y de manera fuerte para no mostrar debilidad ante su héroe, porque Daniel no era solo su hermano, era su confidente.
-¿Qué haces aquí?
-No puedo responder a eso -Le replicó el mayor.-No preguntes mocoso.
-¡¿Qué no puedes responder a eso?!- Dijo Cameron mientras algo se encendía en él. - Entonces....tampoco me puedes responder a por qué eres tan cabezota ¡Por qué te querías hacer el héroe!¡Por qué te subiste a esa moto! ¿O es que tampoco me puedes responder a eso?¡Imbécil!
-¡Por qué quería demostrar que valía para algo! No sabes lo duro que es ver como tus amigos se distancian de ti, como la chica que te gusta te odia, como tu mente se vuelve contra tí.
Era engorroso vivir en un mundo donde no sabías si era real o si existía solo para mí, era complicado entender si las cosas que escuchaba, las que veía, las personas con las que hablaba eran reales o solo un juego de mi mente diabólica. Pero era más duro saber que nunca lo entendería.-Tu lo valías todo para mí.
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Cuando las estatuas despiertan.
Fantasy❝Las estatuas están cansadas del permanecer en la misma pose siempre, Cameron era un adolescente despierto en la noche.❞