Alrededor de una pequeña mesa de madera, el pequeño Hyukjae miró a su padre con los ojos brillantes.
—¿De verdad? ¡Pero dos años es mucho tiempo! —exclamó, estirando sus pequeños brazos hacia los lados como si con ello pudiese medir lo que decía.
Su padre río en un suave asentimiento. Colocó el álbum de fotografías en blanco y negro sobre la mesa y apuntó con el índice aquella donde se le veía con su imponente uniforme militar. Tomó a su hijo por la cintura y se lo sentó en el regazo.
—Este fue mi último día. Vinieron los abuelos, el tío y...
—Y mamá —dijo ella misma.
Ambos levantaron la cabeza al mismo tiempo para mirarla. La mujer sonreía desde la puerta con una fuente de patatas entre las manos. Se acercó a ellos con pasos arrastrados y la dejó a un lado, esquivando por centímetros el marchar el antiguo álbum.
Hyukjae cogió la mano de su madre cuando ella se dejó caer a su lado.
—¿Cómo pudiste esperar tanto tiempo a papá?
—Nos veíamos de vez en cuando y hablábamos por carta —explicó su madre, soltando un suspiro lleno de nostalgia. Miró a su marido y le dedicó un pequeño guiño— Cuando quieres a alguien, le esperas lo que haga falta.
—Pues yo no lo haré.
Hyukjae se cruzó de brazos con decisión. Si era incapaz de esperar la noche de Navidad hasta que sus padres se levantaran, ¿cómo iba a esperar dos años para estar con otra persona? Él no se iba a echar novia hasta que fuera muy, muy viejo. Así podría estar siempre con ella.
Se lo explicó a sus padres con seguridad. Sus pequeños dedos moviéndose en el aire y puntualizando cada palabra importante como "años", "novia", "militar" y "baile". Porque también tenía claro que él iba a ser alguien importante en el futuro.
—Mi pequeño gran hombre —exclamó al final su madre. Abrió los brazos y Hyukjae se lanzó rápidamente a ellos entre carcajadas.
—¡Oye! ¡Yo también quiero!
La voz de Sora los hizo mirar hacia la puerta. Su hermana mayor había estado encerrada en su cuarto, leyendo, toda la tarde. Era raro que mostrara cariño a su familia. Pero en aquel momento corrió hasta su padre y ocupó el lugar en el que él había estado.
Cuando le preguntaron si ella esperaría a su novio en los dos años de milicia, ella asintió con seguridad.
—Como mamá a papá —amplió su sonrisa.
—¡Pues es una tontería! A mí solo me esperarán mis amigos y luego nos iremos de fiesta.
—¡Así nunca conseguirás novia! —le gritó su hermana, sacándole la lengua.
Hyukjae le devolvió el gesto.
Claro que iba a conseguir una novia. Y sería la más guapa del mundo entero. ¡Como que se llamaba Lee Hyukjae que la iba a conseguir!
Seguro...
O puede que no.
Es decir, lo había conseguido todo.
Estaba ahí, vestido de militar en la puerta y oía los gritos de la gente. Su corazón latía frenéticamente. Sus compañeros lo despedían, igual de nerviosos que él. Era alguien importante.
Tenía amigos que lo esperaban al otro lado.
Había logrado sobrevivir dos años al servicio militar. Sin novia. Tal y como le había asegurado a su familia veinte años atrás.
—Ya es la hora —oyó, y tuvo que acomodarse la gorra a la cabeza para que no se le cayera por cumpla de los temblores.
Cogió aire profundamente. Dio el primer pasó y recorrió el lugar sintiéndose el ser más estúpido sobre la faz de la tierra. No podía creer que hubiera tanta gente. Aquello era realmente increíble.
Si tan solo él no saliera dos días después, pensó, saludando a su alrededor. Pero solo eran dos días. Solo eso.
Dos días.
O dos segundos.
Se llegó ambas manos a la boca. ¿Sobre la faz de la Tierra? Demasiado pequeña para su felicidad.
Contuvo sus ganas de correr y nada más. Porque cuando lo tuvo entre sus brazos, no quería soltarlo. Y Donghae tampoco a él, pero los gritos eran demasiado altos y su largo apretón demasiado obvio.
Nadie había hablado de novios en aquella cena, ¿verdad?
Aquí tenéis el prometido shot del regreso de Hyuk *---* Espero que os haya gustado pese a lo cortito que ha sido.