El Admirador Secreto ( Kim Taehyung fanfic)

2. Running late

En la actualidad

Un fuerte ruido rompió mi sueño. Miré con un ojo abierto, pero la luz del sol que brillaba tan fuerte desde mi ventana, cegándome. Mis ojos se entrecerraron los ojos y se acostumbraron al sol mientras los abría lentamente. Mi mano buscó mi despertador y logré apagarlo mientras golpeaba un montón de cosas que yacían sobre el escritorio cerca de mi cama.

Me arrastré de la cama y revisé mi teléfono por cualquier mensaje. Mis ojos comenzaron a cerrarse suavemente de vez en cuando hasta que vi el tiempo que estaba escrito en la parte superior de la pantalla del teléfono, 7:21. Era el primer día de clases de regreso de las vacaciones de primavera y ya iba a llegar tarde.

Corrí al baño y me apresuré a mí mismo, ya eran las 7:30, lo que significaba sólo media hora para tomar el desayuno, preparar mis cosas para el día y encontrar todas mis piezas de tarea que se escondían por todas partes alrededor de la casa.  

-¡Ah, EunBi vas a llegar tarde otra vez!- Mi madre grito desde el fondo de la escalera. -¡Date prisa o te vas a perder el desayuno!-

Faltaba el desayuno no era un gran problema, hasta que el olor de riquísimas, esponjosas tortitas wafted por el aire. Los Panqueques de mi madre eran los mejores, ella los hace todo el tiempo ya que eran mi favorito de todos los alimentos. Volé por las escaleras, pero el reloj parecía estar moviéndose más rápido que de costumbre, 7:45, ¿ya?

Estaba dividido entre la decisión más difícil que tuve que tomar. ¿Panqueques o tarea? mi tarea todavía me faltaba por encontrar y ahora sólo quedan quince minutos. La tarea es entonces.

Suspiré de dolor cuando no pude comerme de los panqueques que deseaba y en su lugar revolcaba la sala de estar, buscando todas mis diferentes hojas de tarea. El timbre de la puerta sonó y supe quién podía ser.  

-Buenos días Taehyung, EunBi está en la sala de estar.- Mamá lo saludó 

-Gracias, señora Park.- Respondió. Sus pasos se hicieron cada vez más fuertes hasta llegar a la sala de estar.  

-EunBi, lista para ... ¿Qué pasó aquí?-

Taehyung se echó a reír y le envié miradas de muerte que le hacían reír aún más. ¿Cómo puede estar riéndose en un momento como éste? Corrí frenéticamente de un lado a otro, buscando el último pedazo de tarea que necesitaba.

-Oye, ¿tienes algo que pueda comer, me muero de hambre?.-Hizo una mueca mientras se acariciaba juguetonamente el estómago como un niño pequeño.  

Escaneé la habitación y encontré dos barras de desayuno, agarrándolos, arrojé uno hacia él mientras seguía corriendo.

-Gracias.- Se las arregló para decir con la mitad de la barra ya en su boca.

-¡Lo encontré!- Lloré de alegría.  

Me metí los papeles que recogía de mi habitación en mi bolsa y corrí hacia la puerta de entrada, una mano comiendo mi comida y la otra cogiendo su mano en el camino.

-Yah, casi has dejado caer mi barra de desayuno.- Él reclamando.  

-Vamos a llegar tarde, tonto.- Dije, tratando de empujarlo a través de la puerta. -Adiós mamá, te amoo!- me despedí de mi madre.

-Adiós EunBi, se buena en la escuela y trabajar duro.- Ella grito de nuevo.

Finalmente llegamos a las puertas de la escuela. Casi no había nadie en el patio delantero, sólo unos pocos estudiantes corriendo con los brazos aferrados a sus bolsas y libros. La mayor parte del ruido provenía de dentro del edificio donde todo el mundo ya estaba instalándose. No podía esperar a ver a todos de nuevo.

Podía ver a mis amigos todo el tiempo en la escuela y que mantendría mi mente ocupada por lo que no se recordará de él. Incluso la idea de mi padre me hacía miserable y yo sólo con el mismo nombre que él me hizo estremecer de asco. Pero se había ido y no me importaba, no podía arruinar mi día.  

-¿Que hora es?- Taehyung jadeaba, estábamos exhaustos de correr como locos. Revisé mi teléfono, 7:57. Se puso un ceño en mi cara, íbamos a llegar tarde. 

Tenemos tres minutos para ir a clase. Suspiré, tratando de recuperar mi ritmo respiratorio normal.

Me agarró la muñeca y se fue. Corrimos por los pasillos y atravesamos las puertas, esquivando la gran multitud de estudiantes que se saludaban desde su regreso. Finalmente, llegando al aula, todavía jadeando, miramos adentro, rezando para que la profesora no estuviera allí.