Narra Natalia:
-Muy bien Malú... ¿Y este es el camino más corto?
-¡Basta ya!- Golpeó varias veces el volante-¿Qué iba a saber yo que iba a llovernos también?
-¿Llover? Estamos en medio de una tormenta...
Me crucé de brazos y desvié mi vista hacia el paisaje. Hubo unos momentos de silencio. No era incómodos. Pero seguía enfadada. Ella se mantenía en silencio, tarareando las canciones que iban sonando por la radio. Sonreía de vez en cuando cuando sonaban canciones que habían salido de su discográfica. Su ego siempre fue así. Ella misma sabía que no había productora musical mejor que ella en el país.
-Bueno...-Empezó a hablar Malú-Ya sabes lo que dice el dicho: "La lluvia en Sevilla es una maravilla"
Seguido de eso soltó una carcajada que a mi me contagió. Intenté conectar mi mirada con la suya pero sus ojos estaban resguardados por sus gafas tipo aviador.
Tras varias horas decidimos parar en un hotel. La lluvia iba empeorando cada vez más y conducir así podría ser un problema.
-Señorita Sánchez.-La recepcionista en seguida la identificó. Siempre me contó que Sevilla era uno de sus lugares favoritos del país. Y debido a su fama como productora era normal que ciertas personas la reconocieran.
-Buenas noches.-Contestó de manera agradable.-¿Podría facilitarnos dos habitaciones? por favor.
Las dos íbamos caladas hasta los huesos. Necesitábamos con urgencia una ducha de agua caliente.
La recepcionista tecleó algo en su ordenador. Malú la miraba sonriente. Siempre tan educada...
-Lo siento, nada más que nos queda una habitación libre.
La sonrisa que antes lucía se esfumo al escuchar las palabras de la mujer.
-¿Esta usted segura?-Preguntó Malú.
-Segurisima.
La escuché bufar. Sé que no quiere pasar tiempo conmigo. Pero no hace falta que lo manifieste de esa manera.
Malú palpó los bolsillos de sus pantalones hasta dar con su cartera. Con mis ojos abiertos de par en par seguí sus movimientos.
Malú sacó de su cartera un billete de 50€ y se lo extendió a la recepcionista.
-¿Como se llama?-Preguntó la madrileña.
-Susana.
-Bien, Susana, ¿qué le parece si vuelve a mirar en su ordenador? Seguro que hay dos habitaciones libres y usted no se habrá dado cuenta.-Dijo dejando el billete justo al lado de la mano derecha de Susana.
-Se esta equivocando, señorita Sánchez, no le doy dos habitaciones porque no quiera, sino porque no nos quedan.-Dijo de manera seria mientras le devolvía el billete a Malú.
Puse mis ojos en blanco. ¿Qué se piensa Malú?
Me acerqué hasta ellas y apoyé mis brazos en la barra.
-Susana, si es usted tan amable, ¿podrías darnos la habitación libre?
La recepcionista me sonrío de manera educada, volvió a teclear en su ordenador y antes de marchar dijo:
-Señoritas, voy a por la llave, vuelvo en un segundo.
Cuando Susana salió de nuestro campo de visión me acerqué a Malú.
-Siempre me haces quedar en ridículo... ¿Qué haces sobornando a una simple recepcionista? ¿Qué piensas? ¡Estas loca!
-No es sobornar, es animar a que busque bien.