♦El doloroso despertar.♦

3.5K 416 206
                                    

Nada más incómodo qué despertar cada día con el mismo dolor y vacío en mi pecho, me remuevo incómodo y recuerdo qué mi hijo está a mi lado,  volteó y al parecer no ha despertado, acarició con sutileza sus cabellos azabaches y parece que sus hermosos rubis se abren felices cómo todas las mañanas. Nada puede opacar ésa presiosa sonrisa.

—Madre, Buenos días— Saludo tan contento cómo siempre, mi vida no podía ser triste a su lado ¿como serlo, al ver ésa hermosa sonrisa?.

—Buenos días cariño, iré a preparar él desayunó tu preparate Ann vendrá a cuidarte. —Me marché para qué pudiera cambiarse, algo qué siempre me pedía, me dediqué a preparar él desayuno.

Ha pasado tanto tiempo.

Tan sólo recuerdo haber despertado de un largó sueño, qué pareció ser eterno.

No recapacite, me dejé guiar por él dolor y cometí mi suicidio.

Había arrastrado a mi hijo conmigo.

No me lo pude perdonar.

Ése 13 de abril, mis ojos sé abrieron ante la luz y mi respiración volvió.

Al despertar James aún yacía en mi vientre.

Y él sé volvió la luz qué una vez creí perder.

Al pasar el tiempo recordé las doloras lágrimas de cada uno, mis recuerdos y mi tan odiado dolor.

Mami, ya estoy listo —Sali de mis pensamientos y volteó a verlo. Su cabello estaba hechado a un lado, llevaba un complejo conjuntó de color negro y azul. Se veía muy tierno, me acerqué hasta él y coloqué la mochila sobre sus hombros. Su semblante cambió a uno serio y frió, siempre era la misma rutina cada mañana.

Ann, la muchacha qué siempre cuida y lleva a la escuela a James, llegó puntual, cómo cada mañana. Me marché, no sin antes despedirme con un besó en la mejilla de James.

Caminé las transcurridas calles de Inglaterra, no había muchas personas a diferencia de hace unas semanas, seguramente por el invierno. Entré al gran edificio, un gran trabajo cómo empresario mantenía una vida económica estable para mi y para James. La asistente trajo mi té y nos dirigimos a la sala de juntas dónde se realizaría una reunión.

Los empresarios llegaron impuntuales, no puedo esperar nada de ésos ancianos regordetes. Tras 5 horas de una exhaustiva reunión en ésa sala, sé marcharon. Creí que jamás cerrarían la boca.

Empujé a cada quién sé me ponía en frente, llegaría tardé a recibir a mi pequeño. El automóvil no había llegado para recogerme, ahora por su culpa estoy corriendo por toda las avenidas. Cuándo pensé qué no llegaría, lo logre. Entré y subí, al parecer todavía no había llegado.

—Mamá, estoy en casa— Suspire aliviado, bajé con una muda de ropa distinta. Este pequeño acostumbró a llamarme “mamá”, no me molestaba, tan sólo era incómodo.

—¿Cómo estuvo tu día?—Fruncio su seño y chasqueo la lengua. Al parcer no fue de su agradó mi pregunta.

—Tks... Un niño me quedó observando toda la clase, cómo si no tuviera suficiente con los demás, y todo por mis ojos.

—No debes preocuparte por ello, y dime cómo sé llama el niño y cómo es.

—Esto no tiene sentido, pero te lo diré, es rubio ojos color miel y se llama Alexsander Michaelis.

Algo sé detuvo para mi.

Él estaba aquí y con Mei Rin.

★★★






Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 20, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

† Ojalá pudiera olvidarlo★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora