❝Transgender❞; | SuKook |

i'm[not]doingthis

Los pasillos eran largos e interminables, caminaba más lento posible para no llegar al aula, además seguro faltan unos pocos minutos para salir de clases e irse a casa. No quería ver a Momo ni a nadie de su clase por la única razón que conocía. Estaba metido en sus pensamientos hasta que un nombre pasó por su mente "Jungkook". 

— No pienses en esos...—Se susurró para sí mismo estando apunto de ingresar a su clase. 

Pero eso tampoco sucedió, una mano le había tapado los ojos y un brazo presionó su cuerpo haciendo que se quedara inmóvil y comenzó a llevarlo a un lugar, sintió miedo pero si era alguno de los del grupo de Momo y gritaba le iría peor. Por consecuencia se quedó callado, algunas veces forzajeó pero solo recibía pequeños apretones pidiéndole que se mantuviera en su lugar sin emitir un sonido, solo era una expresión corporal. Los minutos pasaron hasta que sintió como le empujaban a una aula, gracias a ello pudo ver de quien se trataba... ¿Jungkook? Realmente no quería hablar con él por lo resentido que se encontraba, por lo tanto desvió la mirada.

— ¿Uhm?

— Ni siquiera hables si no me vas a mirar.

Intimidado por aquella oración notó como el chico caminaba a una parte del lugar, estaba buscando algo en una mochila, ¿acaso se estaba brincando clases? Sinceramente era algo que no debía meterse puesto que, el punto importante era, ¿Porqué estaba él ahí? 

— Ten.

Su vista se desvió al dueño de aquella voz, ¿porqué se estaba distrayendo en sus pensamientos tan fácil? Observó lo que le entregaba, era un cuaderno blanco totalmente por afuera, así que lo abrió curioso encontrándose con algo. Tenía todos sus pensamientos románticos que Momo había tirado a la basura.

—¿Cómo...?

—No me gusta verte triste, tal vez...—Jungkook se sentó en uno de los bancos siendo interrumpido por la campana de la institución; las clases se habían acabado.— No sea lo mismo, pero la pase unos cuantos días haciéndolo solamente para que sonrías.— 

Algo muy diminuto revoloteó en Yoon Gi. Le dio la dicha de sonreírle en todo lo que restaba de la tarde y los días que pasaban con él. Por fin, comenzó a convivir bastante con él. Demasiado, era un hecho.