De nuestras platicas cortas y poco eventuales, una tarde me pidió dos cosas: una comprarme pinturas, la segunda, usar unas medias a la rodilla con encaje supongo que es uno de sus tantas fantasías. No estaba segura de cuanto timpo tenía que pasar para que ambas se cumplieran pero así ha sido hasta ahora:
Pasaron dos meses más cuando apareció en mi escritorio, llevaba un sobre manila dirigido a una equis. Inmediatamente lo guardé en una gaveta y él siguió hasta la ventanilla al otro extremo de la sala.
El sobre como era de esperarse contenía las medias yo muy preparada había llevado las pinturas envueltas, sabía que él llegaría o bien podría mandar a un mensajero por ellas.
A su salida, mi escritorio estaba ocupado por una colega, lo único que puede decirle fue "se le olvida su paquete" no imaginan la cara de confusión que tenía, merecía un beso para devolverle su color.
Días más tarde yo lo esperaba porque debía dar el efectivo de mis cuadros, sí me los compró aunque seguramente solo es una manera de derrochar su dinero pero voy a dejar de subestimar mi talento. Mis ilusiones se desmoronaron cuando llegó un mensajero buscando a una equis, claro que le hice un reclamo porque esperba ver de nuevo su sonrisa, muy en el fondo se que quizás esa es su parte más sincera.
Lo vi en Junio, me recogió a la salida de una entrevista de trabajo, sigo sin poder usar las medias y sin asumir lo que su presencia causa en mí.
