PRÓLOGO

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La humanidad siempre ha sido fuente de inspiración y conflictos para los dioses.

Sobre todo las mujeres humanas...

Zeus siempre había sentido una fuerte inclinación por la belleza de las humanas, tan frágiles, tan efímeras y tan aguerridas. Justo como Analía, una joven que había conocido un año atrás, de pelo castaño claro y ondulado, piel blanca, ojos verdes como los olivos y labios rosados.

Ese año se dio a la tarea de conquistarla, cosa que no fue fácil, era diferente a las otras mujeres. Tenía un espíritu indomable, amante de la naturaleza y también de la literatura, siempre con la cabeza en otro mundo, un mundo casi inaccesible.

A Zeus le tomó medio año para que le dirigiera la palabra, tuvo que darse ideas para llamar su atención, como por ejemplo, llevar con él un cachorro de león, obsequiarle flores exóticas, hablar únicamente de flora y fauna y abstenerse de pedirle una cita directamente.

Los seis meses fueron bastante duros y divertidos para el monarca celeste, puesto que le había supuesto una gran odisea el obtener la atención de esa joven mujer.

Una vez logró captar su atención, le llevó tres meses más el hacer que ella lo comenzara a amar.

Eso fue lo más difícil de todo el asunto. Analía generalmente era muy inexpresiva, a menos que se tratara de botánica o zootecnia, jamás se mostraba emocionada o entusiasmada.

Cuando al fin Zeus se confesó, ella se tomó dos semanas enteras para pensarlo, pues no comprendía sus propios sentimientos al respecto. Por un momento él estuvo a punto de darse por vencido, pero cuando iba a dejarla en paz, ella lo retuvo con un simple "Yo también te amo".

Los meses posteriores fueron una verdadera maravilla, Zeus la instruyó en las diferentes maneras de demostrar amor, tanto físicamente como emocionalmente.

En el doceavo mes, Analía le anunció que sería padre, llevaba dos meses de embarazo y ella presentía que sería un niño.

Ambos se pusieron a idear nombres para el pequeño bebé, Zeus lo quería llamar Eneas, pero ella quería ponerle el nombre de Aarón. Por lo que acordaron decidirlo una vez naciera, dependiendo de sus características decidirían cual de los nombres le iba mejor.

La mayor complicación llegó cuando la noticia de que la nueva amante de Zeus daría a luz un nuevo hijo bastardo llegó a oídos de Hera, la esposa oficial del monarca celeste.

Ella estalló en ira, trató de hacer que la ciudadela donde Analía habitaba se destruyera a causa de un gran terremoto, cosa que no consiguió ya que Zeus intervino y evitó tal desastre.

Al no ser destruida la ciudad, envió enfermedades que terminaron con la cuarta parte de la población.

Con la plaga aún latente, Analía se mudó de domicilio hacia una pequeña aldea, que le agradaba más, ya que todo ahí estaba rodeado de bosques y también porque creía que ese era el ambiente ideal para su hijo.

Cuatro meses más y Analía ya tenía seis de embarazo, su vientre abultado le causaba gran alegría y más cuando Zeus la consentía tanto y permanecía a su lado todo el día.

Ella no tenía conocimiento de la condición de Zeus como deidad, menos que estaba casado con una diosa horriblemente celosa, que trataba de deshacerse de ella y de su bebé.

La ignorancia en la que estaba viviendo la salvaba del miedo y la angustia de los peligros inminentes que la acechaban.

Zeus por su parte estaba haciendo todo lo posible para evitar que Hera asesinara a Analía y a su hijo. Tarea que no era tan sencilla, pues su esposa contaba con muchos recursos para cumplir sus objetivos.

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