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En lo más profundo de un bosque helado, Hera le mostraba a Skdy su crueldad.
La había mandado a traer para presentarle a su padre biológico al que le permitió tenerla una semana, la joven Skdy nunca había experimentado lo que era tener a tu verdadero padre viviendo contigo.
Se sintió muy feliz y creyó que las cosas para ella no eran tan malas como años atrás se había resignado a aceptar.
Pero toda esa dicha fue cambiada por amargura y odio contra Hera, su propia madre tan sólo le había jugado una broma. Todo había sido parte de una ilusión, la cual culminó con el asesinato de su padre frente a sus ojos y la fría risa de su madre.

-¿Por qué..?

Skdy apenas podía hablar, su rabia y desesperación la tenían en estado de shock y Hera le había paralizado los sentidos, evitando así que siquiera pudiera defenderse.
Sintió una fuerte bofetada contra su rostro y la frialdad de la nieve al caer.

-¿Por qué? Skdy te envíe a Atlantis para que cumplieras tu deber, ¿pero que has hecho hasta ahora? Sólo vivir cómodamente bajo el mar y sobre todo has simpatizado con esa bastarda. Yo no permito traiciones, ¿entiendes? Ni siquiera de tu parte.

Skdy de verdad tuvo inmensos deseos de matar a su madre en esos momentos, pero no podía moverse y eso la desesperaba.

-Mi padre no tuvo la culpa...

-Tu padre si que tuvo la culpa, por engendrar a una inútil como tú. Escucha bien Skdy, tu vives porque así lo he querido yo, ¿y por que? Porque tu tienes una función, eres quien me ayudará a llevar a cabo mi venganza.

-Eres una...

-Cuidado con tus palabras, si yo quiero de verdad asesinaría a tu padre real. Si quieres que esté a salvo, harás lo que ordeno y cuando lo ordeno. Quiero a esa bastarda fuera de Atlantis, ¿entiendes? Quiero que desee morir cada día.

Skdy recordó su vida con Lía y Sophia, eran huérfanas, las tres estaban siendo educadas por Julian y sus marinas, las tres estaban solas en el mundo. Esa soledad era su lazo, porque hasta ahora las tres eran lo único seguro que tenían. Pero ahí estaba esa bruja, la que se supone debería protegerla y amarla, humillándola y torturándola psicológicamente y físicamente, ordenándole deshacer aquel único lazo fraterno que hasta ahora ha tenido.
Hera vio rebeldía en Skdy así que decidió implementar algo más para doblegarla. Sin ningún aviso la arrojó a un río medio congelado y se marchó.

-Ayuda!... Por favor....

Skdy sintió que sus pulmones se llenaban de agua congelada y que su cuerpo se volvía de piedra. Cam, su gato, luchaba por ayudarla, pero nada podía hacer para librarse de las cadenas que Hera le había impuesto.
Cuando Skdy y Cam creyeron que era su final, un joven de pelo plateado y piel de marfil se arrojó a rescatarla.

-¿Estas bien?

Skdy apenas pudo asentir, el joven libero al gato, quien corrió a los brazos de su dueña.

-Gra...cias...

La azabache estaba casi a punto de llorar y el extraño la llevó a una cabaña cercana, donde la dejó con comida, una chimenea cálida y ropa seca con cobertores de piel.
Cam una vez estuvieron solos, tomó su forma humana, la acercó al calor del fuego y la abrazó para consolarla y darle más calor a su frío cuerpo.

-Cam...esa mujer no es mi madre, es la persona que más detesto...

-¿Vas a cumplir sus órdenes?

-¿Tengo alternativa? Acaba de demostrarme que no le importo ni un poco. Cumpliré parcialmente con sus órdenes, no quiero que mi padre sea su blanco.

Cam bajo las orejas entendiendo la horrible situación de su ama.

-Yo me quedaré siempre a tu lado y estoy seguro de que tus hermanas también.

-Eso desearía creer, pero me temo que van a odiarme...


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En lo más oscuro y profundo del Olimpo, Hecate instruía a Sophia y no le tenía ninguna contemplación al respecto. Cada vez que erraba un hechizo, ella hacía que una corriente de dolor se instalara en el cuerpo de su hija.

-Sophia, no tienes derecho a fallar, eres hija de una deidad y debes comportarte a la altura de tu sangre. No puedes seguir los lineamientos humanos, tu llevas sangre pura en tus venas.

-Si madre...

Sag observaba preocupado el entrenamiento, Sophia llevaba tres días sin descanso bajo la tutela de Hecate.
Al parecer la entrenaba a fondo por si fuera necesario recurrir a la fuerza, su fuerza de semidiosa.
Hasta ahora Sophia apenas se mantenía consciente, su cuerpo estaba cansado y adolorido, tenía hambre y sueño. Pero Hecate no estaba preocupada por sus necesidades básicas humanas, tan sólo deseaba que se convirtiera en su ideal de hija.
Hecate veía en Sophia un experimento, un ser de su sangre pero distinto a ella, quería explorar cada una de sus cualidades y explotar al máximo sus capacidades. No importaba si Sophia se hería en el proceso.
Un error más y Sophi cayó al fin ante el cansancio y dolor.
Hecate lanzó un hechizo sobre ella para que no durmiera y no cayera, Sag pensó que más que un entrenamiento, esto era una tortura.
Zarael observaba junto a Saga y sentía pena por aquella joven, pero nada podía hacer para intervenir.
Sophia en esos momentos añoraba estar bajo el mar, donde Eo le ayudaba a practicar sus hechizos y donde su sensei Kanon y sus hermanas confiaban en que inventara los suyos.
Sus ojos se humedecieron y quiso gritar a su madre que se detuviera, pero no lo hizo por temor a lo que Hecate le haría.
Prefirió pensar en lo fuerte que sería, lo asombrados que estarían todos a su regreso y esa voluntad la ayudó a continuar.

-Sophia...yo creo en ti Nya....

Sag aguardó a que el feroz entrenamiento terminara, ya que ponía a prueba la resistencia de todos los sentidos. Cuando al fin acabara, la ayudaría a reponerse y buscaría formas de hacerla reír.

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-Hecate y Hera no son buenas madres. Lo se porque he convivido mucho con ellas. Me preocupa lo que harán con Skdy y Sophia.

Julian estaba preocupado, quería ir por sus sobrinas y librarlas de lo que fuera se les hubiera ocurrido a sus hermanas. Pero había otro inconveniente, si él intervenía, tomarían represalias contra él y también contra Lía. Hera aprovecharia eso.
Como si fuera poco, Zeus había llegado de pronto y también tenía planes para su hija.

-Mi señor... La mocosa, digo, Lía ya ha alcanzado su límite... Podría...

-No lo digas Eo, yo lo presiento, debo ir a detener a mi irracional hermano. Ninguna de estas niñas merece ser tratada de esta forma.

-Usted siempre las mimó, por eso no están acostumbradas a nada más que ser tratadas como princesas.

-Las he tratado así, porque eso es lo que son. Yo no las cuidé para esto...

Poseidon tendría que hacer algo, si no, esas niñas iban a sufrir más y peor aún en manos de sus propios padres.

-Se encariñó con sus sobrinas señor.

-¿Sobrinas? Yo las crié, son mis hijas. Por eso no puedo dejar que esos tres vengan ahora a imponerles su amargura. Yo las vi llorar, soporté sus caprichos y me convertí en su padre.

Eo notó como Poseidon de verdad se preocupaba por las tres. Incluso ellos les habían tomado cariño.

-Nosotros lo respaldaremos mi señor.

Bian y los demás salieron de las sombras muy decididos.

-He estado pensando en un plan para cumplir sus deseos.

Mencionó Kanon.

-Habla, Kanon.







































C': Esta vez don Pose me llegó al kokoro...no se ustedes.

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