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única parte



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El verano le parecía desesperante.

Demasiado cálido, demasiado sudor, y la ropa pegada al cuerpo y humedecida.

El aire se tornaba bochornoso y apenas y podía respirar. Los cigarros los compraba mentolados para poder seguir con su suicidio; y aunque admitía que los amaneceres eran hermosos y las noches más claras, igual solo encontraba solitarias estrellas en enormes espacios vacíos.

Se le antojaba dormir en solo prendas íntimas, y los cuerpos en su cama, como la cerveza se calentaban demasiado rápido; le escocían la lengua, dejaban un amargo sabor en el paladar, el agua era demasiado tibia.

El verano era desesperante.

Como los abrazos por las noches al dormir, con las extremidades ajenas revueltas entre las suyas, la sábana olvidada en el suelo, y el aroma a piel y cítricos en el cabello castaño que causaba cosquilleos en su pecho y su nariz.

Asfixiante, pero placentero.

Sumamente desesperante.

Pero necesario.

Su cuerpo se erizaba cuando el viento golpeaba el sudor que se creaba por la cercanía exagerada, y apenas podía conciliar el sueño, ya que siempre aquel cuerpo dorado y alumbrado por la luna le causaba estragos y pensamientos existenciales graves.

Le provocaba contar lunares y pestañas, detallar perfiles y marañas de vellos debajo del ombligo. Exagerar imperfecciones y ponerlas en evidencia bajo la platinada luz desde la ventana.

Se preguntaba constantemente:



"¿Cómo mierda terminé de nuevo en esta situación?"



La cama era desconocida y familiar al mismo tiempo, mullida, caliente.

Lo quería lejos, pero permitía que el peso extra le siguiera aplastando los pulmones negros por la ceniza y el odio a sí mismo.

El verano era desesperante.

Donghae era desesperante.

Y lo era aún más cuando hablaba dormido sobre su piel, causándole ojeras, pronunciando su nombre, arrancando su atención incluso cuando, exhausto, rogaba en silencio por poder descansar.

Donghae era el verano.

Y cada amanecer, cuando Kyuhyun se disponía a no volver a ese lugar, a esa cama y esos brazos; a los cítricos revueltos con el tabaco, al sudor y la desesperación; Donghae abría los ojos y de nuevo el verano se mofaba de Kyuhyun, iluminando el rostro del castaño, provocando quejidos y reclamos silenciosos, obligando a que aquellos ojos tristes volvieran a abrirse.

Para Kyuhyun el verano era desesperante.

Porque a pesar de que podría enumerar una lista interminable de las razones por las que le era fatigoso y despreciable, siempre lo obligaba a quedarse.

Lo obligaba a quedarse al recordarle que solo en verano, cuando los rayos de un nuevo día calaban de lleno en el rostro de Donghae, podía ver la miel en los cálidos orbes del castaño; brillantes, dorados, cálidos.

Siempre cálidos.

Y para una persona que llevaba la menta del tabaco en la boca, y el invierno en los bolsillos rotos de sus abrigos y su cuerpo, aquello era lo más cercano a la palabra hogar.


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4 : 4 9  a . m .「 kyuhae 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora