Hypersomnia.-VMin One-Shot.

目ざめ

"Solo cae la sangre roja, incapaz de volver atrás."
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[...] Y así fue como descubrí por fin lo que significaba. No es nada complicado, bastante sencillo dehecho. No es coincidencia que las palabras 'arte' y 'amor' tengan el mismo número de letras, al igual que un sinfín de interpretaciones.
Eso era lo que aquel chico significaba, y a la vez lo que me hacía sentir.
Era amor, pues tenía una personalidad idílica, al igual que éste, parecía un ser irreal.
Era arte, pues a quien quiera que lo conociera, con tan sólo verlo le causaría un sinfín de sentimientos y pensamientos, la necesidad de admirarle un poco más, estoy seguro. Igualmente, porque desde cualquier perspectiva, era bello. Bello en infinitos sentidos. Bello tanto de pensamiento como visualmente atractivo, sus facciones... Tan finas y agradables a la vista, eran un placentero deleite a mis pupilas. Su risa, la más majestuosa melodía que pude haber escuchado.
Pero bien dicen, que el arte no debe ser perfecto. Igualmente era su caso, pues aunque quisiera cegarme de sus defectos era algo imposible ya que eran colosales. Y a decir verdad, tenía un único defecto.
Habíamos intercambiado un par de miradas, es posible que me haya notado, aunque sé que no está consciente de mi existencia, pues nunca conversamos. Pero eso me era suficiente para saciar mi alma, un ser tan sublime era más de lo que un simple mortal como yo merecía. Y quizá eso el universo lo sabía. Porque nunca más sus ojos volverían a mirarme, nunca más escucharía aquella risa de nuevo, había perdido la oportunidad de hablarle para siempre, y eso, eso era el mayor de sus defectos.
-Vante.

Jimin estaba fascinado y eso no era algo nuevo, pues tenía bastante tiempo ya leyendo esas historias que tanto le habían dejado cautivado.
Según Jimin, había seguido a Vante desde que recién comenzaba a escribir, sus historias siempre le habían transmitido esa maravillosa sensación y lo llevaban a otro mágico mundo donde sentía tal júbilo que le hacía la vida un poco más amena en aquel sitio. Jimin era alguien... realmente especial.
Todos los días eran iguales y aburridos para Jimin, por ello aquellas historias eran lo único que le hacían sonreír y sentirse con vida. Pero había cosas de las que no estaba consciente, pues estaba perdida y locamente enamorado de aquel sujeto. Park Jimin estaba perdido en su mundo de fantasía, aquel tan característico de un adolescente enamorado. Quizá incluso más fuerte y grave que sólo eso.
Pasaba días, noches enteras leyendo aquellas composiciones que cada día le enamoraban más, si es que eso era posible.
Incluso él llegaba a pensar que estaba loco por estar tan enamorado de un sujeto del que apenas había visto su rostro, con el que apenas había intercambiado una primera y última mirada y a quien leía a través de una pantalla sin que él lo supiera.

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-Pero... yo... yo te amo....-Susurró el más bajo entre sollozos, sosteniendo aún la diestra de su compañero.
El menor rió sarcásticamente y le regaló una amarga y torcida sonrisa.
-¿Tú? ¿Amarme?...Si, claro.-Se soltó bruscamente del agarre.-Si realmente lo hicieras no estaríamos en esta situación.
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[...] Estaba claro. Era el mejor momento de mi vida, y para el mejor momento de mi vida tenía a la mejor persona para compartirla. Era como vivir en una eterna primavera, una sensación casi tan hermosa y cálida como observar los pétalos de un cerezo danzar lenta y dulcemente hasta besar el gélido suelo. Tenía frente a mi a la persona más maravillosa del mundo, intacta. Quizá tan bella como lo ha sido y lo será siempre. Era imposible irme solo así. Entonces lo hice, me posicioné de rodillas frente a él...
Besé aquella lápida y agradecí por todos los bellos momentos que me brindó y me permitió compartir a su lado. Dejé aquellas rosas azules, sus favoritas, a un lado y me alejé con una amplia sonrisa en el rostro. Realmente estaba feliz.
-Vante.