Capitulo 1

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Me gustaría iniciar esta historia en la mañana, una cómoda cama, los rayos del sol amenazando con destruir la burbuja en la cual guardo mis sueños y las aves anunciando el inicio de otro día, eso me gustaría, sería grandioso. Lamentablemente no recuerdo la última vez que tuve un despertar así.

Actualmente estoy en los calabozos de la ciudad portuaria francesa Marsella apunto de pagar el precio por la piratería.

Mi nombre, Zhashis Gurbes,  16 años de edad, un chico delgado y bajo cabello castaño y ojos negros, no soy muy especial, solo soy normal por decir algo, hijo del antiguo capitán del barco "Terror de los 7 mares", como habrán notado mi padre no era muy bueno con los nombres.

¿Cómo llegue aquí?

La suerte nos jugó una mala pasada.

Atracamos en esta ciudad para reabastecernos cuando caímos en su trampa, el general Doustry famoso por cazar piratas fue quien planeo todo, la emboscada no era para nosotros, él estaba en búsqueda de alguien con gran recompensa por su cabeza, no sé su nombre.

Todos fuimos capturados, amigos, a quienes llegue a llamar hermanos esperaban la muerte sin poder hacer nada.


El día llego, encadenados mis compañeros y yo marchamos a ser ejecutados públicamente.

Luego de un largo discurso (el cual no entendí por su francés) me tocó ver como mis compañeros morían uno a uno, solo yo y mi capitán Dimían faltábamos. Mi turno llego antes que el suyo, el verdugo empujo mi cabeza a la guillotina, luego de otra frasecita escuche a mi capitán gritar, fue lo último que escuche de el.

No se lo aconsejo a nadie, morir es doloroso, fue solo un segundo, pero fue el segundo en el que más sufrí, el deseo de querer gritar y no poder, la agonía al querer correr para enterarte de que ya no tienes pierna y la desesperación en la que tu mente cae al saber que es el fin. Con todos estos pensamientos ahora mi mente se retorcía en una plena oscuridad en búsqueda de "luz".

Esa "luz" llego antes de lo que creí, era una débil esperanza, pero era lo único a lo que podía aférreme.

Lentamente sentí el peso de mis brazos, el relajante reposo de mis piernas y el calor de los rayos del sol en mi rostro. No abrí mis ojos, aún estaba aturdido, si estaba vivo o muerto no lo sabía.

Atrapado por el ambiente relaje mi cuerpo, dejándome caer y ser atrapado por una pared de suaves y jóvenes ramas verdes, sentado sobre el césped en quién sabe dónde.

[¿Que fue eso?]

Dijo la voz alarmada de una joven. No entiendo lo que pasa pero no quiero levantarme, siento que alguien me quitara esta comodidad en cuanto abra los ojos.

[No es posible, Funciono]

¿Funciono?, ¿Que funciono?, Tengo que ver qué pasa.

Abrí lentamente mis ojos con mis manos previniendo los rayos del sol, hice bien, pues mis ojos no estaban listos, tras unos segundos la imagen de una multitud de personas rodeándome llego. Eran veinte aproximadamente, la mayoría ancianos, muy pocos tenían menos de cuarenta, solo dos niño, todos coincidían en su expresión mirándome con asombro e intriga.

[¿Qué pasa? ¿Tengo algo en el rostro?] Pregunte en un intento por sonar valiente pero mi voz no respondió como quería, ahora aguda, temblorosa, débil, tierna e infantil.

Intentando explicar esa voz Incline mi cabeza y masaje mi garganta con mis dedos, ahora además de mi suave piel note que mis manos eran más pequeñas, los dedos eran más finos y las uñas terminaban en punta.

Con algo de miedo incline rápidamente más mi cabeza para toparme con dos pequeños bultos bajo un vestido.

Esto no está pasando, seguro es una broma, una broma en la cual muero y luego soy u...

No. Debía confirmarlo pensé, levante mis ahora suaves brazos temblorosos y apunte mi mano a lo que esperaba no fueran pechos pero a pocos centímetros de tocarlos esa voz volvió a llamar

[¿Estas bien?, Estas algo pálida]

Baje mis brazos recuperándome lo que podría ser un desastre, había olvidado que todos estaban viéndome.

Me puse de pie y respire para calmarme pensando en una excusa.

En lo que estaba recostado era una casa de grandes ladrillos cubierta por muchas enredaderas, la voz que preguntaba por mí, provenía de una hermosa chica cabello castaño y ojos verde oscuros, muy oscuros, ella me observa desde la ventana en esta pared, descansando sus brazos en el marco de la ventana inclinando su cabeza para poder verme mejor. Era hermosa.

Cuando creí que la estaba mirando demasiado aparte mi rostro y topándome con mí reflejo en la ventana.

El interruptor del pánico volvió a encenderse, pues una niña de 12 años imitaba a la perfección el negar de mi cabeza.

[¿Por qué soy una niña?] Grite a todo pulmón mirando a chica de pelo castaño.

Solo para recibir un golpe estilo karate en mi cuello y quedar inconsciente.

La fusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora