9: "Papá está en casa."

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Hoy era el día. El papá de Isak salía de la prisión y finalmente estaría en su casa. 

En este momento, Isak y su mejor amiga Zoey se encuentran en una heladería. Ella es la única persona que conoce la historia de Isak, de principio a fin, con todos los detalles.
Isak está mirando un punto fijo, su helado de frutilla está derretido en su pote. Y Zoey se empieza a preguntar si el chico realmente está respirando.

"Puedes quedarte en casa por unas semanas si eso te tranquiliza un poco." murmura Zoey. 

Isak niega con la cabeza frenéticamente. No quiere que su padre piense que le tiene temor, o que es débil ante él, porque no lo es.

"No, tengo que estar en mi casa. Tengo- tengo que demostrarle que ya no le tengo miedo."

Hay un silencio que dura varios segundos.

El menor es consciente de que la única persona que lo puede hacer sentir a salvo es Even, pero para estar con él en este momento, Isak debería contarle lo de su papá, cosa que intentaba evitar el mayor tiempo que sea posible.

"Pero ambos sabemos que sí le tienes miedo." comenta Zoey, con el miedo de que Isak estalle -en cualquier sentido de la palabra-, pero lo único que él hace es asentir mientras su mirada viaja hasta el suelo.

"Tal vez si le digo a Even..." murmura para sí mismo, pero entra en razón. Decirle a Even, ¿acaso quería que Even lo dejara cuando ni siquiera llevaban una semana juntos? "Olvídalo."

Zoey suelta un bufido, diciéndole por milésima vez que puede contar con ella si la necesita y luego literalmente bebe del pote el helado derretido de Isak.

***

Son las 8:00 p.m. Isak gira la perilla de la puerta para entrar sin hacer ruido, sabe que a su padre siempre le ha molestado que haga ruido. 

El lugar está demasiado silencioso, sólo puede escuchar los maullidos de Chelsea, su pequeña gata, provenientes de la cocina.
Cuando Isak llega a ésta lo ve. Está igual que antes, sólo que su barba ha crecido más, haciendo que se vea un poco más viejo. Está sentado en una de las sillas del comedor, bebiendo de su copa de whiskey.
Isak sólo puede retener el aire un par de segundos, antes de dejarlo salir silenciosamente.

"Me preguntaba cuándo llegarías." comienza a hablar el hombre. "Es un poco tarde para que estés en la calle, caramelo." dice, con ese asqueroso tono que Isak odia tanto.

"P-por favor, no me digas de esa manera."

El mayor se para de la silla, no sin antes darle un último y largo trago a su copa, terminandola. Su sonrisa socarrona no ha desaparecido de su rostro desde que Isak entró en la cocina. 
El pequeño rubio está estático en su lugar. Ni siquiera se mueve cuando su padre comienza a acariciar su cintura por abajo de su camisa. Recuerdos horrendos llegan a la mente de Isak, y el sólo quiere que todo esto termine de una vez.

"Sabes que siempre has sido mi caramelo." susurra en su oído. El miedo crece cuando se oye como su padre comienza a desabrochar su pantalón. "Siempre dulce, siempre tan delicioso. No importa qué, siempre vas a ser mi caramelo."

No sabe cómo juntó el valor para empujar a su padre en cuanto éste acaricio su pene por encima del pantalón.

"¡Maldita sabandija! ¡voy a matarte!" grita, listo para atacarlo, pero afortunadamente el menor corre más rápido hasta llegar a la puerta y correr hasta la mitad de la cuadra, sabe que su padre no lo buscaría, pero sí lo arruinaría cuando pise la casa nuevamente. 

Su rostro está bañado en lágrimas, y aunque sus manos tiemblan, toma su celular y marca rápidamente el número de su novio. 

"Hola bebé, justo estábamos hablando de ti con los chic- ¿isak?" corta en cuanto un sollozo se escapa de la boca del pequeño. Está tan feliz de oír su voz. "Amor, ¿qué está pasando? ¿por qué lloras?" pregunta, y se oye como se encierra en una habitación.

"Evy, ven por mí, por favor." solloza. "Ven por mí por favor."

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