5.Yo, Tenebris

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En un sitio no muy lejano del pueblo, se contemplaba una cabaña muy descuidada, con termitas en las escaleras que predicaban la caída de la estructura, el lugar estaba rodeado de árboles, unos muy largos y antiguos, y arriba de la casa se podía ver que salía humo de la chimenea, en unas ramas largas incrustadas en la tierra se encontraban colgados cráneos de ciervos, se desconocía su propósito.

En un sitio no muy lejano del pueblo, se contemplaba una cabaña muy descuidada, con termitas en las escaleras que predicaban la caída de la estructura, el lugar estaba rodeado de árboles, unos muy largos y antiguos, y arriba de la casa se podía ve...

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Un diablillo enano, y con garras afiladas caminaba en dos patas hacia el lugar, subía los escalones, miraba a los lados viendo el panorama, entró.

El interior del lugar era muy tenebroso: las paredes de madera estaban carcomidas por los insectos y tomaron un tono negro alquitrán, animales petrificados con gusanos en su interior que te aclaraban que no estaban disecados de un inicio. Los muebles, al igual que se encontraban muy deteriorados, estaban cubiertos con sabanas que no se exentaban del polvo, la chimenea quemaba restos de muebles, madera lista para alimento de insectos.

El engendro se puso frente a un cuadro del tamaño de la pared, con acabados de caoba al rededor y del cual se veía un hombre con vestimenta del siglo XVI, una camisa a botones llamativos, dorados, portando una capa sin cuello, presumía mangas con olanes blancas y una silla esculpida en mármol, con toques de oro, y cojines de tela color rojo hecho de seda, sentado poniendo sus manos en su regazo, del cual se observaba un anillo de cuarzo negro, la pintura tenía un desgaste con el paso de los años muy antiguo, y además el rostro del hombre en el lienzo estaba quemado, pareciese que fue a propósito. El enano sacó una especie de fuego azul juntando los dedos y lo arrojó al cuadro grande.

Sonrió y el cuadro se cubrió de aquella llama, dio unos pasos al frente y caminó al cuadro, lo atravesó y se encontró en una cueva aún más lúgubre que el sitio anterior, avanzó por un pasillo con pedestales que tenían platos con ceniza, y les salía fuego blanco iluminando el lugar, del techo se asomaban estalagmitas muy filosas de su punta, goteando la filtración de agua.

Del otro lado de la cueva se escuchaban voces, el demonio llegó a la voz que estaba en un sitio lleno de matraces, libros, frascos de muchos tamaños y transparencias, con muchas cosas dentro como materiales que parecían ser comunes, madera, polvo, agua de varios colores, después nos adentraba mostrando a algo más excéntrico como ojos, alas de murciélago, uñas de dudosa procedencia, líquidos viscosos azules, rojos, verdes, algunos asquerosos, otros no tanto, en el centro un gran caldero oscuro sobre una fogata del cual desprendía humo rojo se encontraba levitando.

— Fear... has llegado, cuéntame si le has hallado el rastro —la figura más grande estaba leyendo un gran libro y veía como Fear se sacudía la tierra y se sentaba hurgándose los pies, después le dijo.

— Káiser, no sabes en qué lugares asquerosos me llegue a escurrir, ¡este lugar es repugnante! —el mayor lo miró y agregó.

— Aquí es de donde se siente una sensación mágica muy grande —bajó un poco la mirada, se sentía intrigado, nunca había encontrado una fuente mágica así de grande.

Esencias Mágicas [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora