Prólogo

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-Tu nunca dejarás de correr ¿Verdad?- Escuchaba como el guardia se acercaba rápidamente pisándome los talones. No importaba cuantas veces me encontrara con este tipo, siempre había un comentario estúpido y sin sentido, una persecución ardua y un arma increíblemente grande, tan grande, que cualquiera que la viera a primera instancia se daría cuenta quién es. De sólo ver el gran mazo de metro y medio, ese cabello platinado y esos ojos de color ámbar...

-Tu nunca dejarás de perseguirme ¿No?- Corría con todas mis fuerzas, saltando muros, edificios y personas mientras distraía a mi perseguidor e intentaba sacar un arma del Sac Infini. Tener cuatro brazos sería muy conveniente para un ladrón como yo y, sin embargo, logro todo tipo de cosas con solo dos...

-Te alcancé...- Escuché al lado de mi oido antes de sentir como un gran objeto golpeaba mi costado rompiéndome dos costillas, el arma que tenía en mis manos, la reliquia por la que tanto luché y todas las esperanzas que tenía de salir de esa maldita ciudad. El silencio reinaba la calle y la gente se acercaba viendo fíjamente al monstruo que quería robar una de las 5 reliquias y terminó herido en el intento por uno de los guardias que la cuidaban. Dificil de creer... ¿Eh?. Una leyenda como yo terminó a punto de morir por tan solo un pequeño golpe en una estúpida ciudad sin importancia como Reikiavik.

-¿No tienes frio, Ymir? ¿Sientes el frio abrasador de una experiencia cercana a la muerte?- Me pregunto Einar mientras levantaba su mazo y me miraba tirado en el piso, incapaz de moverme, a punto de darme el golpe final. Sus legendarios ojos ambar, capaces de ver dentro del alma de los enemigos, me miraban fijamente, llorando, buscando y encontrando la razón de mis atentados después de años de persecución sin ningún objetivo aparente ¿Qué es lo que querría alguien que lo tiene prácticamente todo de una sucia reliquia vieja que lo único que tiene es un gran valor monetario?

-¡Claro que lo tengo! ¿Me darás acaso una taza de chocolate caliente, viejo amigo?- Le decía entrecortadamente, sonriendo, mientras veía como su cara se desfiguraba en cuanto pronunciaba la palabra "amigo". Sabía que esa palabra, viniendo de mi parte, le daría una gran impresión así que tomé la oportunidad de su confusión y pateé su entrepierna mientras me levantaba súbitamente de mi posición inicial, levantaba los pequeños pedazos de la reliquia y escuchaba los pasos del otro guardia acercándose rápidamente a mi con la blóðug rýtingur, gritando palabras que no podía comprender o escuchar.
Todo lo que me rodeaba empezó a brillar descontroladamente con un color azul cielo y en ese momento fue cuando me dí cuenta de lo dicho por el guardia...

"¡Se ha roto el sello! ¡Suéltalo!".

Pero era demasiado tarde, nada podía hacer por el grave error que había cometido. La reliquia que yacía rota en mis manos empezó a quemar, obligándome a soltarla rápidamente, dejándola caer a la fría nieve sin pensarlo dos veces. La nieve se derretía al contacto con el arma que brillaba con un color rojizo eléctrico, y, a continuación, una onda expansiva proveniente de la reliquia me obligó a retroceder, congelándome en el aire, mientras ésta me provocaba un repentino dolor de cabeza junto con terribles escalofrios. Léntamente perdía el conocimiento mientras notaba que todo el mundo se había quedado en la misma posición... Los niños miraban con una gran asombro en sus caras mientras sus padres los jalaban de las mangas de sus gruesos abrigos, los abrazaban y protegían del peligro inminente.

Todo se volvió negro y el hermoso día fue arruinado por ese pequeño error.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2018 ⏰

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