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Haylee Moore

Salió del montón de gente, escapando del calor que la rodeaba en esa gran casa, comenzó a caminar sin rumbo por las calles húmedas debido a la lluvia de esa noche, el frío rodeó su cuerpo. No sentía la noción del tiempo, no sabía que hora era, ni mucho menos que día.
Sentía como poco a poco el alcohol se  iba desvaneciendo de su sangre, trayendo consigo una mirada mas lúcida de lo que hacía y la sensación de hambre en su estomago; no comía desde hace dos días, a excepción por alguna fruta que se permitía. Paró de caminar al notar que no sabía hacia donde iba, había pasado al menos 10 minutos caminando, a un paso mediamente rápido.
Una vez más sintió su estómago retorcerse, tenía tanta hambre que dolía. Sacó un cigarrillo de su bolso lleno de chicles brooklyn, comenzó a buscar desesperadamente su encendedor, o algo que le proporcionara fuego; nada. Había olvidado su encendedor, ¿acaso tendría que volver a la gran casa solo a buscar fuego? Se sintió estúpida al no tenerlo.
Rendida se sentó a un lado de la acera, apoyandose al muro de lo que parecía una casa. La luz de la calle alumbraba vagamente por lo que se le hacía difícil distinguir las cosas. Miraba a su alrededor con dificultad, hasta que logró ver un destello en el balcón de la casa de al frente: alguien estaba fumando.
Una idea estúpida pasó por su cabeza, pero en ese momento no le importó. Se puso de pie rápidamente y comenzó a intentar llamar la atención de el o la desconocida.

-hey- decía ella hacía el desconocido.-hey tu, sí tu el de allá arriba, hey!- decía un poco más alto para que la escuchara.
La persona desconocida miraba confundida hacía todas partes buscando la fuente de los llamados.
-aquí abajo.- dijo haciendo un pequeño salto para que quizás la viera.
-¿tú quién eres?- preguntó confundido al ver a la chica debajo de su balcón, no podía distinguir sus facciones por la oscuridad que los envolvía.

-no importa quien soy- dijo un poco enojada -lo único que importa es que... ¿tienes fuego?-

||8 horas antes||

-A la mierda, Jace.- dije tomando mi bolso de encima de la mesa.
-No puedes hablarme así.- dijo intentando agarrarme de la muñeca, a lo que lo esquive.
-Serás mi mejor amigo y toda la mierda que quieras, pero tú no me mandas, yo puedo hacer lo que se me de la puta gana.- habíamos estado peleando desde hace al menos media hora, él no me queria en la fiesta de esta noche pero yo no me iba a detener.
-No sabes ni siquiera en la casa de quien es y..- decía cuando cerré la puerta de su casa, comenzando a caminar rápido y alejandome de ese lugar.
Marqué rápidamente su numero.

-...Haylee?- decía con su voz adormilada.
-Isabelle, esta noche, a las 8.-

-¿Dónde?- lograba escuchar como se ponía de pie y abría el armadio, ella nunca me fallaba.

-P. Sherman, 42 Wallaby Way-

-Esa es la dirección de nemo, ya dime donde perra.- solté una carcajada al notar su leve enojo.

-Llego en 5.-

La gran casa de color blanco estaba repleta de gente, vasos rojos, música y luces. Todo sumado daba como resultado una gran fiesta. Sonreí hacía Isabelle y entramos a esta, después de un par de shots de tequila, un poco de vodka a la cereza, algo de whisky y un par de cigarrillos sumados a dos paquetes de goma de mascar, mi lucidez se había perdido por completo y con ella Isabelle, lo que me faltaba.
Habían pasado al menos 3 horas desde que llegamos, y me empezaba a ahogar con toda esta gente. Sin dejar de lado el hecho que ya perdí la lucidez, salgo del montón y siento como el aire gélido golpea mi rostro. Aquí afuera se respira.

-¿fuego?..- preguntaba él extrañado, por su tono de voz deduje que era un hombre, era una voz ronca pero a la vez no demasiado.

-sí, fuego, ya sabes, con lo que encendiste el cigarrillo que tienes en la mano tal vez?- las palabras se deslizaban por mi boca sin siquiera pensar demasiado.

-vaya, y yo que pensé que ya había llegado mi romeo- dijo sarcástico, lo que hizo que soltara un intento de risa.

-quizás lo soy, solo que aún no lo sabes- dije bromeando sin saber porque.- ahora, me prestas fuego?-

-esta bien, romeo- un pequeño encendedor calló hacía el medio de la calle y yo fui a recogerlo. Era de color rojo con unas letras blancas, en ese momento no importo, al fin pude encender mi cigarrillo. Tomé una calada y cuando iba a regresar el encendedor a su debido dueño este habló;







bubble gum ||c.s||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora