Policikawa

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Su dedo no dejaba de presionar el botón del control a distancia de la televisión. Ese era su día de descanso y se estaba aburriendo como nunca, luego de otro bostezo, se preguntó si debía hacer algo con su vida.

Aunque, a decir verdad, no era mucho lo que podía hacer. Estudiaba algo que le gustaba, era seleccionado nacional de voleibol y vivía con su pareja en un apacible departamento. Miró la hora y vio que faltaban algo más de dos horas para que llegara Iwaizumi a su casa.

Desde que habían salido de la preparatoria habían comenzado a salir en una relación romántica y debido a que iban a distintas universidades, pero en la misma ciudad, habían decidido vivir juntos, al menos así tenían algún tiempo de verse.

Pero a pesar de sus planes para estar juntos, siempre era lo mismo, se iban a horarios similares y muchas veces no alcanzaban a tomar desayuno, y luego no volvían a verse hasta la tarde o la noche, dependiendo de si había prácticas por parte de Oikawa o si Iwaizumi tenía que ir a su trabajo de medio tiempo. De todas formas, el que llegara primero cocinaba y esperaba al otro para comer.

Luego de eso, veían alguna película en la sala -siempre y cuando no tuvieran trabajos de sus universidades-, tomarían una ducha juntos y tendrían sexo hasta quedarse dormidos en los brazos del otro. Aunque esa última parte, la de tener sexo, era cada vez menos recurrente. El cansancio provocado por diversas razones a veces podía contra el amor y la lujuria.

Tooru volvió a suspirar al recordar que durante lo que iba de esa semana, no habían hecho el amor con Hajime. Quizás era cierto aquello de que la rutina mataba la pasión en las parejas. Y pensar que antes había veces en que no comían por estar degustando sus propios cuerpos...

Siguió cambiando los canales, sin siquiera fijarse realmente en el contenido de estos, hasta que vio algo que le llamó la atención.

Era una película o una serie, daba igual, lo que importaba era que en la pantalla se veía un guapo policía, que claramente no se asemejaba en nada a los policías que uno se encontraba en la calle. Este era alto, guapo y el uniforme le quedaba mejor que pintado, en una toma desde atrás, Oikawa pudo ver como su trasero se marcaba perfectamente en los pantalones, al lado de unas esposas y de la pistola. Eso gritaba sexo.

¡Eso era lo que necesitaba!

Con una sonrisa, tomó su billetera y las llaves y salió silbando del departamento.

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Hajime llegó agotado al departamento que compartía con su novio, su trabajo de medio tiempo le ayudaba a pagar el alquiler, pero le quitaba mucho tiempo necesario para el estudio, haciendo que tuviera que quedarse despierto hasta tarde, incluso mientras Oikawa dormía.

En esos precisos momentos lo único que quería era tomar una ducha, comer y dormir.

Pero sabía que su molesto novio no se conformaría solo con eso, hace ya varios días que no habían intimado y Tooru no tenía tanta paciencia. Aunque si lo pensaba bien, no le vendría mal descargar todas las tensiones en la cama, pensó el moreno.

—Ya llegué.

Murmuró en cuanto entró y se logró sacar los zapatos en el recibidor, pero no obtuvo respuesta, algo raro porque sabía que Oikawa tenía su día libre. Todo el departamento estaba oscuro y eso le preocupó, con precaución llegó hasta su habitación y prendió la luz.

Ahí se encontraba el castaño, tirado a lo largo de la cama, con un ¿uniforme de policía?, unas esposas que giraban en su mano y una luma reposando en el cinturón en su cadera.

—¿Qué rayos haces Kussokawa? —le preguntó al ver que seguía sin hacer o decir nada—.

—No me digas así, Iwa-chan, ahora soy policía y debes respetarme como tal —el castaño lentamente se puso de pie y se fue acercando a él sin dejar de mover las esposas—, soy el oficial Sexikawa.

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