Nunca me miró directo a los ojos, siempre saltaba de un lado al otro, una sola vez pude grabar en mi memoria el brillo y me encandiló.
Pues no dejaré de mirarla aunque me duela, no puedo ni quiero privarme de su desatado calor por más que me queme las retinas, el cuerpo y la mismísima razón.
