Unknown Dream [Bad End Friends]

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Abrió los ojos y un techo sucio a medio desmoronarse lo recibió como su primer saludo esa mañana, el dolor en su cabeza se había hecho aún más grande, como cada día que pasaba la presión en su cráneo se hacía mayor, era como si los cuernos en su cabeza, en forma de ramas torcidas y nudosas, se incrustaran en su cerebro y hecharán raices dentro, lo más probable es que así fuera, pasando por esa calamidad Wirt solo pensaba que tenía que concentrarse en no perder el control o el conocimiento de sí mismo, mientras fuese así todo estaría bien.

Miro hacia su mano derecha, un cúmulo ahora de ramas finas y gruesas, que simulaban una mano de dedos largos y ásperos, aún –desde la noche anterior– sostenía aquel tan preciado objeto, una lámpara vieja de color negro y cristales opacos, dentro, una pequeña y regordeta flama danzaba hiperactiva y sin temor al aire que se colaba en sus rendijas.

—Buenos días Greg.

Se levantó del lecho, el cual solo era un viejo colchón sin nada más, su habitación, un desastre de hojas secas, las cuales entraban por la ventana, solo daban el reflejo de un lugar abandonado ya hace muchos años atrás, cosa que no distaba mucho de la realidad.

Salió del cuarto y el pasillo oscuro; repleto de ese aroma a polvo y humedad, le abrazo, el ambiente estaba viciado con un pesado sentimiento de una malicia la cual brotaba de cada pequeño rincón del recinto. Un grito desgarrador de pánico y dolor rompió el silencio, poco después risas maniacas llenaron el lugar, era la voz de una mujer, seguido por un estruendo, la risa fue aminorando lentamente dejando que el pasillo, donde el aún se encontraba, se llenará de quejidos y maldiciones los cuales brotaron casi al unísono de diferentes lugares del pasillo, diferentes habitaciones.

Siguió por el escalofriante lugar hasta llegar a unas escaleras carcomidas por las termitas, la casa; una cabaña, un día hecha de buena madera, ahora era víctima del tiempo y la energía de los habitantes, la casa se caía a pedazos sin que alguien le diera importancia a esto.

Al llegar al final de las escaleras pudo ver al causante de tanto escándalo, una mujer joven, una adolescente, apenas una niña, reía entrecortado en el piso sujetándose el brazo izquierdo el cual sangraba por una herida cerca del hombro, cabellos castaños ondulados despeinados y un rostro inocente combinado con lo sensual de su prematura adultez, el color carmín del lápiz labial que llevaba en sima se combinaba con el rojo que brotaba de una herida en su labio inferior, de su ceja caía una línea del mismo elixir carmesí y un raspón bastante estrepitoso se dejaba ver en su mejilla derecha.

Ambos seres se miraron con ojos sobrenaturales, el joven con cornamenta tenía la mirada de una luz que conmocionaba los sentidos, de colores vibrantes, rojo en el centro, mostrando el punto focal de la maldad que ahora carcomía su alma, un amarillo pálido, dejando atrás la esperanza de los desafortunados, y al final un azul de calma, el cual le inspiraba confianza al perdido para entregar su alma hacia un bosque sin retorno.

La mujer, de ojos brillantes y desconfiados viperinos, dorados deslumbrantes con una pupila alargada de forma irreal, su sonrisa no se desvanecía de su rostro pero en esos ojos se asomaban ligeras y casi imperceptibles lagrimas que amenazaban con querer morir en el suelo sucio de la cabaña.

Sin cuidado, tomándole por el brazo herido, Wirt arrastró a la muchacha hacia la sala que no era más que una mesa y una silla, no había más en ese lugar, solo era un sitio de paso para todos los que ahí se encontraban, le dejo en la silla empolvada y se dedicó a buscar en unos muebles aledaños encontrándose con huesos viejos de algún ser vivo, con insectos y libros viejos roídos por las diferentes alimañas que ahí vivían, si es que quedaba alguna, al final encontró lo que buscaba, un viejo botiquín de primeros auxilios.