Capítulo 3

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Noviembre 2, 2015

No veía la hora de que llegara el Martes, la sola idea de verla me ponía nervioso. Ya la quería ver. Quería hablar con ella. Le pedí su número de celular y me dijo que estaba descompuesto, y que se conectaba la computadora. Le dije que no había problema. Qué linda. No tenía por qué excusarse, pero aún así lo hizo. Desayuné y fui a correr un rato, cuando llegué a casa, no había nadie. Había dejado mi celular en mi cama, para que nadie me interrumpiera. Chequé mi celular. Nada de Ana. Eran las once y media. ¿Qué pasaba? ¿Se había aburrido de mí? Sentí un poco de dolor, ahí, donde se supone que va el corazón.
<¿Estás?>escribí
Las doce.
<>
<No habías respondido:(>
<Estaba durmiendo:p>
Una sensación de alivio me recorrió.
<Qué activa, pensé que ya te habías aburrido de mí>
<¿Por qué me aburriría de ti?>
Me gustaba. Respondí "por nada"
Y seguimos hablando, era tan fácil hablar con Ana. Siempre había un tema de conversación. Empezamos hablando de nuestra fruta favorita y terminamos hablando de nuestra peor pesadilla. Quedamos en que hablaríamos al siguiente día en la hora del descanso en las canchas de fútbol. Estaba emocionado. ¿Cómo sería su voz? ¿Se cubriría la boca con la mano cuando se riera? Yo me moría de ganas por saberlo.
Se hicieron las tres de la tarde y bajé a comer, para esa hora habían llegado mis hermanos de trabajar y mamá también, papá estaba trabajando. No era novedad.
--- Hola---les dije a todos cuando llegué a la mesa, todos estaban ya sentados y yo hice lo mismo.
--- Holis---respondió Mariana, mi hermana, tenía veinte años y seguía saludando como si tuviera diez.
--- Hola, mi vida---dijo mi mamá con una sonrisa en su rostro.
Le devolví la sonrisa.
Mi hermano mayor ni siquiera me volteó a ver.
Cuando terminamos de comer, cada quien se fue a su cuarto. Incluida mamá.
Seguí hablando con Ana y a las siete de la noche dejé un rato el celular para dejar mis cosas listas. Tarea: no había. Uniforme: estaba limpio.
Pensé en llevarle algo a Ana, como un chocolate blanco, su favorito, pero opté por ir despacio. Dejé todo listo y seguí hablando con Ana. No quise cenar. Estaba muy cansado y me quedé profundamente dormido.

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