Cuando Mitsumasa y Shun iban a la Fundación, Kido se mostraba nervioso mientras que Shun sonreía sin discreción viendo por la ventana.
-¿Qué te hace estar tan contento? – preguntó Kido finalmente.
-Tú también deberías estar contento – observó Shun volviendo la vista -. Extenderé mis vacaciones.
Kido, sorprendido, lo miró y vio un rayo de esperanza a lo lejos. Eso podría darle tiempo para terminar de arreglar los negocios, aunque Kurono lo había prometido, pero no había movido ni un dedo desde entonces. De cualquier forma, eso no era la importante, lo que más le concernía a Mitsumasa era saber el motivo de alargar la estancia. Estaba seguro que tenía algo que ver con Hyoga.
Lamentablemente, Mitsumasa no pudo preguntar nada, pues llegaron a la Fundación. Los dos hombres fueron directamente a la oficina, donde la secretaria le informó al señor Kido que el consejo lo esperaba para la junta.
Kido entró a la sala de reuniones tratando de no alterarse, pero por dentro ardía. Shun entró detrás de él encontrando la situación bastante divertida.
-¿Me podrían decir quién llamó a junta sin mi consentimiento? – preguntó Mitsumasa sin poder contenerse.
-Lo hice yo – dijo Yamamoto -. Necesitamos una respuesta sobre el futuro de la Fundación y lo necesitamos ya. Todos aquí estamos en riesgo de perder el trabajo, ¿lo has pensado, Kido?
-Claro que lo he pensado – respondió Mitsumasa frunciendo el ceño -. Es por eso que deseo analizar más propuestas, para asegurar el futuro de todos.
-No hay más propuestas, Kido – continuó Yamamoto -. Únicamente queda vender a la Compañía Solo.
-Estoy tratando de encontrar la mejor solución para todos... y ¿ustedes consideran únicamente a esa Compañía que destruirá todo? – murmuró Kido incrédulo.
Yoshida tomó la palabra hábilmente para explicarle al dueño de la Fundación Graude que se habían entrevistado con el señor Julián Solo y estaba dispuesto a firmar algunos términos y condiciones, la mayoría en favor a la Fundación. Mitsumasa escuchó atentamente, frunciendo el ceño y sin fiarse de ninguna de esas palabras. Mitsumasa se negó a dar ninguna respuesta.
-Entonces, Kido, espero que sí quieras responder al consejo quién es Shun Kurono – dijo Yamamoto -. Parece que últimamente, todas tus decisiones dependen de él.
Mitsumasa apretó los puños para no lanzarle vituperios a Isaac Yoshida pues estaba utilizando sus propias palabras en su contra.
-Se los dije antes, Shun Kurono es hijo de un viejo amigo mío. Shun sólo quiere entender estos negocios y lo tomé como asistente personal.
-¿Para qué lo necesitas si tienes todo un consejo? – preguntó Yamamoto inquisidor.
Mitsumasa apretó los labios y se negó a contestar. Shun hizo lo mismo, pero la sonrisa maquiavélica no desaparecía de sus labios. La situación era divertida; el ser humano era interesante. Ninguna otra especie sobre el planeta resultaba tan ruin, despreciable e ingrata. Shun imaginaba que el señor Kido realmente se había esforzado por su empresa, dado la vida a ella, y ahora, dos de las personas que consideraba su aliado, se le echaban al cuello como hienas hambrientas.
-A pesar de tener el Consejo, sigo siendo el dueño – puntualizó Kido finalmente -. Seguiremos analizando más propuestas. Fin de la reunión.
Kido salió rápidamente de la sala, no era capaz de conservar más el temple pero no le iba a dar el gusto ni a Yoshida, ni a Yamamoto de explotar ante ellos. El Consejo, sin embargo, se quedó ahí, observando al impávido Shun Kurono.
-Todo sería más fácil si dejaran de indagar mi identidad y le creyeran a Mitsumasa – dijo Shun sin más antes de darse la vuelta para salir de ahí.
Los demás miembros del Consejo, completamente confundidos, miraron a Isaac y Yamamoto sin saber exactamente qué pensar o qué hacer. Le debían lealtad a Kido, pero también se estaban desesperando de la situación.Hyoga encontró a Shun en su habitación después de buscarlo por todos lados. Cuando Hyoga llegó, se enteró que todos en casa ya habían cenado pues su padre no se sentía muy bien y él y Natasha querían descansar. Hyoga había estado esperando todo el día para ver a Shun y la idea de no haber podido cenar con ellos lo ponía de malas.
Hyoga llamó a la habitación de Shun y se encontró con que el joven recién salido de bañar abrió la puerta. El cabello mojado se le pegaba a la frente y le escurría el agua por la cara, la bata azul entreabierta dejaba ver la piel blanca del pecho de Shun; Hyoga tuvo que tragar grueso para no abalanzarse sobre él.
-¡Hola, Hyoga! – saludó Shun con una sonrisa – Hoy llegas tarde.
-Sí... un poco – respondió el médico carraspeando.
-Tu padre estaba agotado, el asunto de la empresa lo tiene mal – observó Shun dejando que Hyoga entrara a su cuarto.
Kurono camino hasta la cama y agarró la toalla para seguir secándose el pelo. Hyoga entró y cerró la puerta detrás de él. La imagen de Shun paseándose por la habitación en bata tenía a Hyoga completamente seducido. Hyoga no pudo soportarlo más, antes ya lo había besado y aunque su idea inicial había sido hablar con él, ahora no podía hacerlo más; tenía que tener a Shun. Kido se acercó a Kurono por la espalda y lo abrazó posesivamente, Shun esbozó una sonrisa y se dejó envolver en el calor de Hyoga. El joven Kido comenzó a besar el cuello todavía húmedo de Shun y era incapaz de soltarlo. Shun entrecerró los ojos para sentir más todo lo que ese cuerpo prestado le mostraba, ahora no sólo le temblaban las piernas, sino que sentía un calor emerger desde el abdomen; estaba confundido pero también obnubilado, incapaz de pensar en nada.
Hyoga hizo girar lentamente a Shun para poder verlo de frente y, otra vez, sin pedir permiso, lo besó. Kurono tenía un poco de más confianza y respondió al beso. Entre besos, Hyoga llevó a Shun hasta la cama. El olor de Shun excitaba a Kido y era incapaz de detener sus manos y su boca que deseaban explorar todo el cuerpo de Shun.
Hyoga besaba a Shun y Kurono, sin dudarlo, se entregó por completo a Kido. Shun concibió miles de diferentes sensaciones y placeres que no se imaginaba que podían existir. Shun permitió que el éxtasis lo envolviera, no pensó más y se dedicó a sentir mientras Hyoga le demostraba lo que era amar.
Shun se dio cuenta de que, así como podía el humano podía ser vil y egoísta, también podía ser capaz de demostrar sentimientos puros. En un sólo día, Shun había visto las dos caras de la moneda, pero lo que más le había gustado era sentirse amado por Hyoga.
Hyoga besó la frente de Shun mientras él recobraba el aliento y su cuerpo dejaba de estremecerse. Hyoga no podía creer que finalmente hubiera estado con Shun y que hubiera podido tocar y besar todo ese cuerpo seductor. Mucho menos, imaginó que podría ser completamente correspondido con la misma entrega.
-Estoy enamorado de ti, Shun – murmuró Hyoga buscando otra vez los labios de Kurono.
-Y yo de ti... Hyoga – musitó Shun aunque no sabía si todo lo que sentía por el joven Kido era lo que los humanos llamaban amor; la Muerte sólo estaba segura que quería a Hyoga a su lado por la eternidad -. Me gustas más que la mermelada.
Hyoga explayó los ojos y soltó una carcajada mientras abrazaba a Shun. Si pudiera, Hyoga sería capaz de meterse en la piel a Shun. Sin duda las palabras de Shun sonaban totalmente ridículas, pero para Hyoga, era el mejor cumplido que jamás hubiera recibido.
-¿Cuánto tiempo te quedarás? – preguntó Hyoga con una sonrisa.
-Para siempre – respondió Shun sin pensarlo.

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Conoce a Shun Kurono
FanfictionLa Muerte decide pasearse por la tierra y elige al empresario Mitsumasa Kido. La Muerte no se espera que dentro de todos los sentimientos que descubrirá, encontrará el amor.