Lo más difícil

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Sam me prestó su computadora. Me explicó cómo puedo usar un buscador para buscar cosas. Sí, lo sé, suena redundante, pero es la manera más sencilla de explicarlo. Me dijo, incluso, que me dejaba ver porno, lo dijo de manera tan segura y confidente que pensé, que pensó, que me hacía un favor. A decir verdad, en el ámbito sexual no sentía insatisfacción o frustración alguna. Le sonreí cuando me dijo eso, una sonrisa muy diferente a la que él imaginó como cómplice. Después de eso, me dejó sólo.

El episodio en la habitación de Steve se había repetido un par de veces más. No hace falta entrar en detalles, pero básicamente use el pretexto de mis pesadillas para deslizarme entre sus sabanas y esperar a que sufriera uno de esos "ataques". Aunque, no es como si siempre fuera con la esperanza de que sucedieran y no siempre sucedían. Yo estoy bien igualmente, dormir con Steve es suficiente para mí, sólo estar con él es suficiente.

Escribí mi pregunta en la pantalla. Quería saber si lo que sucedía con Steve en esas noches, tenía un nombre, si era algo común, si pasaba con otras personas, etc. Lo encontré sin mucho esfuerzo. Se llama sexomia y es un trastorno del sueño, no se saben bien las causas, pero todo apunta, tal como imaginé, a que el estrés es el gran villano. Las personas que padecen el trastorno no recuerdan nada de lo que hacen mientras duermen. Lo cual, también lo sabía. Steve despertaba tranquilo, nunca mencionaba nada raro, ni su comportamiento era diferente o extraño durante el día. Simplemente, para él no había pasado nada.

Pero esa información que definía lo que él tenía, no fue todo lo que leí, también encontré descripciones de algunos casos. Y eso me creo un hueco en el estómago. Muchas de las personas que tenían ese trastorno de sueño podían tener relaciones con cualquiera que estuviera a su alcance, no importaba. Entonces, el asunto se volvía peligroso para ellos y los demás. Steve había hecho eso conmigo porque yo estaba ahí, pero pudo ser cualquiera. Tal vez, hubiera salido de su habitación y entrado a otra, sin importar a quién encontrara del otro lado de la puerta. Y dejando de lado los celos que pudiera tener al respecto, esa otra persona, quizás no estaría tan dispuesta como yo a estar con él. Era un asunto serio, algo en lo que pensar. Por fortuna, había un tratamiento médico que parecía controlarlo.

Me preocupé. Steve no sabía lo que tenía, ni siquiera se lo imaginaba, pero yo sí. Yo tenía que decirle antes de que sucediera algo de lo que pudiera arrepentirse. Por supuesto que, la idea de que él pudiera dormir con alguien más, que tocara a ese alguien como me tocaba a mí, que le besara y abrazara como a mí, me ponía mal, muy mal. Sentí, nada más pensarlo, que se me incendiaba el alma. Pero también pensé que él podía meterse en un problema mucho más gigantesco.

Cerré la computadora y me quedé pensando por un buen rato al respecto. Primero que todo, me dije, tenía que averiguar si él había estado con alguien más. Sí, primero tenía que aliviar mis celos. Intenté ser cauteloso y casual. Le pregunté a Sam si Steve no tenía pesadillas como yo, que él supiera. Me dijo que no, que Steve una vez que entra en su habitación no hace ni un sólo ruido. Tal vez, Sam tiene un sueño muy pesado, porque nosotros sí que hacíamos mucho ruido. O tal vez, las habitaciones estaban insonorizadas. Luego, le pregunté si sabía de alguien que le gustara a Steve, Sam dijo que estaba Sharon, pero que no había nada que decir aún. "¿Sharon se ha quedado a dormir aquí?" Sam se rió y negó, entendió que no me refería a un simple "dormir". "No, pero si te lo preguntas, Steve, nunca ha faltado a dormir. Lo que sea que hagan, lo hacen en horario laboral" Se rió y yo fingí que me reía. No me hizo gracia, no me hizo feliz. Si a Steve le gustaba esa chica y con ella hacía las cosas conscientemente, despierto... ¡evidentemente no me podía sentir bien con ello! Estoy enamorado de él, que él lo este de alguien más es... doloroso. Pero no tenía como objetar nada, ni mostrar un pensamiento avaro al respecto. Seguí preguntando, pero no hubo ni siquiera un chisme respecto a Steve, era un santo para todos. Así que me rendí. Él no había tenido sexo con nadie, excepto conmigo y tal vez, con Sharon. De pronto, no sé por qué, cruzó por mi mente la idea de que ella no lo satisfacía y por eso él tenía esos impulsos por la noche. Lo sé también, no era más que mi más profundo miedo haciéndose realidad y convirtiéndome en el ser más absurdamente desagradable del mundo. Lo sé, pero no pude ni quise evitarlo.

LovesomniacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora