Cuidado, soy frágil

Café solo

¿Que mejor bebida que un café solo para esos días fríos de invierno?

Me senté en la butaca roja situada delante de la chimenea, era tan alta que mis pies no tocaban el suelo.
Me tapé con mi manta de lana a cuadros.
Era un día perfecto para reflexionar, escuchar música clásica o para leer alguna novela.

Miré hacia la ventana, la nieve caía en el patio y mi pequeña gata entró y se tumbó encima de mí, rebosaba paz y tranquilidad.

Me estaba empezando a enfriar, sorbí un poco de café caliente, tan caliente que me quemé y la taza se cayó al suelo dejando pequeños trocitos de porcelana rotos y un gran río amargo inundó mi moqueta favorita.

Mimi volvió a salir por la ventana.

Mi boca ardía, mis ojos llorosos veían el desastre, el de una taza antigua rota, el de mi taza preciada, el recuerdo de mi abuela regalándome esa misma taza 10 años atrás. El desastre era recordarlo ahora con melancolía.

Esa taza nunca volverá a ser la misma.
Aunque pegue sus trocitos.
Jamás será igual.
Ya estaba rota.
Y su sangre corría por el suelo.

No culpes al café,
Si lo calentaste tú.

|claredaws|