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Esa criatura que volvía a reír, no temía a la oscuridad, ni a la soledad, ni nada que para los humanos constituyera el terror, esa criatura era la representación física de tal fenómeno.
Aunque ciertamente podían ser criaturas esclavas, pero eran libres de esparcir la muerte. Ahora él era el juguete de un hijo de la oscuridad. Respiraba dificultosamente y detenidamente aclaró la vista en la densa oscuridad, y captó el resplandor de esos ojos grandes, ¿Alegres? De un azul tan intenso que era imposible ¡Más hermosos que el cielo! No hubiera sabido que hacer en aquel instante sin la compañía del amor a lo desconocido, había vueltose loco hay mismo.
Conocía perfectamente «Como toda criatura libre» el alcance de su fuerza ¿Por qué no la sobrepasaba y acaba con él entonces?
Comenzó a correr por el pánico tardío mientras se alejaba chocando con ramas impregnadas con lluvia empapando mas su ropa; la risa chillona a sus espaldas se acercaban deprisa.
Se detuvo en seco «Estoy enfermo, y esta noche te he pedido mi muerte» miró al cielo sin duda sus suplicas habían sido escuchadas, pero no podía evitar sentir miedo. El acantilado se alza perpendicular unos veinte metros de una laguna profunda y umbría, allá arriba, tanteando las piedras con los pies. Y seguro con la poca luz que proyectaba la luna, conocía la zona perfectamente, se sentó a orillas del abismo. Cruzo sus brazos sobre el pecho, un intento vacío de abrazarse a si mismo, esperaba que su alma se perdiera en el horizonte.
-me haz ahorrado la persecución, es lo más divertido.-Dijo el vampiro con una voz profunda, dos tonos más abajo de su malévola risa de hacía unos minutos atrás.
Si, tenía razón. No saldría corriendo temiendo la muerte. Entre los hombres de su familia , era el más grande poder educar a sus hijos a no temer a la muerte, aceptar la hora sin rodeos. Aunque lo cierto es que ya no tenía fuerzas.
Esbozo una sonrisa por la confirmación de que era una criatura parecida a los humanos, ¿mitad humano,mitad demonio?
No lo sabía a ciencia cierta, sólo podía quedarse y ver la irradiación de esos ojos y escuchar su voz.
Claro como todo hombre tenía sus quietudes experimentales, sus temores, hizo ademán de levantarse pero no pudo la sangre que emanaba de su herida lo había debilitado.
El vampiro lo observaba atento, y esperaba que el individuo no se le muriera antes de lo previsto.
En efecto el tenía toda la culpa de su situación y lo reconoció en voz baja. En los primeros momentos de su soledad, reconoció que en otras circunstancias de la vida, habría logrado vencer los celos, y actuado bien. Malas aventuras que le habían dejado un mal sabor, y que debían comenzarse una y otra vez en los de su generación.
Su cuerpo tembló, y estaba sudando con la ropa empapada, sintió un mareo y su cuerpo se desplomo a un lado.

El VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora