c e r o

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Había llegado, sana y salva, sin ninguna complicación, saque las llaves del bolso delantero de mi mochila, cuando abrí la puerta dejé mis zapatos y me dispuse a entrar a mi acogedora casa. Dejé mis llaves en el mueble de madera que estaba justo entrando, mire a mi madre sentada y parecía angustiada.

—Ya llegue.–cante burlona.

—¿Pareces feliz? –hablo mi madre casi indignada– te marque más de 15 veces, ¿Por que no contestaste ninguna Sori?

—Nunca marcaste. Aparte que necesidad hay de marcar si sabes que siempre a esta hora llego.

—Me preocupe, aparte no puedes decir que no te marque si ni siquiera has revisado el celular.

—Te voy a mostrar mi celular y verás que nunca me marcaste.

Comence a buscar mi celular en las bolsas de mi falda al igual que en algunas del suéter escolar y en las bolsas pequeñas de mi mochila.

—¿Y entonces? –hablo mi mamá, esperando ver el celular.

—Espera, lo tengo en mi chaleco.

Abrí mi mochila completamente buscando aquella tela con bolsas y sin mangas, comence a buscar desesperadamente, mi mochila no era tan grande para que un chaleco se hubiera perdido.

—Mamá... Creo que he perdido el celular.

—Y el chaleco.–agrego.

Tape mi cara con mis manos intentando no gritar, llorar, o hacer las dos, mi celular se había perdido y no sabía dónde y aún más peor no sabía dónde buscarlo.

—¡Dios! Voy a morir...

perdido -; kang danielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora