Con una mezcla de sorpresa y repulsión, Louis se dio cuenta de que lo que había encontrado era una trampa para aquellos que, como él, buscaban lo inusual. El joven exhibido era una víctima del comercio ilegal, una realidad que había sido ocultada tr...
Durante los días en que Louis estuvo ausente, Harry se sumergió en una melancolía que lo mantuvo confinado dentro de la casa. No es que no quisiera salir, sino que una nube gris de tristeza se instaló sobre él, haciéndolo sentir que la casa estaba vacía, a pesar de la presencia de los empleados que iban y venían en sus horas de trabajo. La rutina diaria de acompañar al abogado a la oficina, de sentir su compañía y el ritmo constante que esto le daba a sus días, se había cortado abruptamente. Ahora, sin esa estructura, el aburrimiento lo consumía.
Fue ese tedio lo que lo llevó a tomar una decisión: aprovechar una tarde para invitar a Lacey a cenar, extendiéndole la invitación también a Natasha, si ella lo deseaba. Tomó el teléfono, marcó el número de su amiga y, tras algunos tonos, la voz de Lacey llenó el vacío de la casa.
—Claro que pueden venir aquí, ¿por qué no podrían? —respondió Harry con una sonrisa en la voz, tratando de espantar la sensación de soledad.
—Bueno —replicó Lacey con una nota de duda— el chófer que nos llevó a la casa de mi jefe mencionó que estabas viviendo con él porque tenías tu casa bajo reformas. Pensé que a Tomlinson no le agradarían las visitas extras.
Harry soltó una risa, algo forzada pero ligera.
—Tonterías, él no tiene problema. Puedes venir con Natasha, las espero para la cena.
—Bien, tú ganas. Nos vemos en unas horas, burbujita. Adiós.
—Adiós, Cey.
Al colgar la llamada, Harry chasqueó la lengua, meditando en las palabras de Lacey. "Así que vivo con Louis porque mi casa está en reformas", se repitió, dejándose llevar por una mezcla de incomodidad y reflexión.
Mientras navegaba por la red en busca de una receta que le permitiera impresionar a sus amigas, la mente de Harry no dejaba de dar vueltas a un pensamiento inquietante: ¿debía contarle a Lacey la verdadera naturaleza de su relación con Louis? Hasta ese momento, se había refugiado en la excusa de que eran solo amigos, una fachada cómoda que le permitía esquivar preguntas incómodas y la posibilidad de enfrentar juicios ajenos. Sin embargo, cuanto más tiempo mantenía esa mentira, más pesada se volvía. La posibilidad de perder a una amiga por haberle ocultado la verdad tantas veces lo atormentaba, y aunque el miedo a ser honesto lo mantenía paralizado, no podía ignorar la creciente presión en su interior.
Harry sabía que seguir ocultando la realidad no era sostenible a largo plazo. A pesar de que hasta ahora nadie había cuestionado la situación, y de que era improbable que Lacey descubriera lo que realmente ocurría a menos que él mismo lo confesara, sentía que el peso de la verdad no dicha se acumulaba lentamente, convirtiéndose en una carga que eventualmente tendría que enfrentar.