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No podemos decir mucho del ambiente en el que se hallaba nuestra protagonista, sólo que era en demasía sombrío; manteniendo en el sitio una sensación de húmedad calurosa y totalmente sofocante por si lo anterior fuese poco para ella, o para cualquier otro que se viese obligado a sufrir en esa demandante posición actual. La pelimarrón no tenía ni una minúscula idea del lugar dónde se encontraba, pero conocía al derecho y al revés la razón por la cual estaba encerrada en ese calvario.

Acostumbrándose al estado miserable en el que estaba, abrió de manera pesada sus cansados ojos; notando únicamente la inmensa oscuridad que rodeaba su delgada anatomía. Pasaron dos, tres,  cuatro minutos, y aún sus orbes no se connaturalizaban a la escasez de luz; por lo mismo demoró al menos siete minutos en lograr ponerse de pie, sintiendo como de sus piernas temblorosas rodaban unas gotas de agua de extraña procedencia, que lograron hacerla sufrir un desagrado inmediato por la frialdad que la caracterizaba a ésta.

Entrecerraba sus orbes lo más que podía en un intento de esforzar su vista para analizar la zona, logrando, en pocos segundos, observar el gran mural siniestro que se encontraba frente a ella, siendo la pintura más grotezca que en su vida había contemplado. Aunque quería relajarse, una sensación de aflicción y terror la acogió, pues aquel lienzo que observaba mantenía una apariencia espantosa, terrible para ser más exactos.

Angustiada y paralizada, sólo siguió admirando con horror lo que frente a ella se encontraba. No era nada más ni nada menos que algo similar a una pintura que abarcaba la totalidad de la pared, tratándose de una gran variedad de ojos abiertos de par en par, ausentes de párpados superiores o inferiores, siendo algunos de ellos repletos de venas rojizas y palpitantes.

Para empeorar los males, al momento de acercarse y palpar uno de ellos, todos los demás la observaron; por lo tanto, aquello no era un lienzo ni mucho menos un delirio, eran totalmente reales y la observaban sin distracción alguna; cosa que, al moverse ella, ellos trasladaban su mirada al compás de sus movimientos, repitiéndose ese proceso por un largo lapso de tiempo.

Debido al conflicto interno que le causaban todas las miradas sobre ella sentía un gran peso sobre sus hombros y en pocos segundos un nudo en la garganta restringía su respiración. Con debilidad intentó mover sus articulaciones, pero su intento no había sido suficiente, el pánico la había paralizado por completo. 

A duras penas logró tragar saliva al pasar algunos segundos, moviéndose poco a poco al acostumbrarse a ser el centro de atención de la multitud que la observaba. Esos débiles movimientos fueron transformándose en un rápido y débil caminar después de un tiempo, extrañándose al escuchar unos bizarros y húmedos chasquidos pertenecientes a los ojos del mural. Tragó saliva nuevamente, y esta vez fue ella quién observó. Al parecer, ahora ella no era la única persona en aquella grotesca habitación, y al saber aquello, todo su cuerpo tembló.

Todo cambiaba en cuestión de nano-segundos, y ella, nuestra pequeña Roseanne, sentía como se hundía en un sentimiento grave de ansiedad combinado con pánico, pero entre todo eso, un frío la desconcentró de sus pensamientos y la hizo voltear por simple curiosidad, observando en aquel momento a una persona, o algo similar a ello. Si antes la pequeña chica temblaba, ahora lo hacía mucho más al analizar aquella figura femenina, pues no había rastro alguno de piel en su rostro, manteniéndose sólo a la vista los huesos sucios y sus ojos, siendo los únicos que tenían vida en ese ser. Esta mujer tenía su largo y brillante cabello negruzco amarrado en una coleta alta, y del cuello para abajo algunos pequeños trozos de piel colgaban de su armazón. Así mismo, una extraña soga estaba amarrada a su cuello de manera fuerte, teniendo pequeños moretones en la piel que aún quedaba en esa zona. 

La pálida chica lo único que pudo hacer luego de conocer a su nueva compañera fue abrir los ojos en demasía y volver a tragar saliva, pues todos estos rasgos combinados hacían enloquecer los sentidos de Roseanne y aún así optó por no intentar huir, ya que al fin y al cabo, sería un intento estúpido en el cual gastaría energía que probablemente necesitaría más adelante.

Unos largos minutos pasaron en el cual una parálisis dominaba la totalidad de su cuerpo, pero por su mente seguían pasando mil y un imágenes sobre lo que podría pasar con respecto a esa criatura; sin embargo, nada de aquello pasó.  La semi-humana figura no atacó a Roseanne, pues el atacante verdadero fue la tristeza que ella misma sintió al ver como aquella criatura comenzaba a destilar lágrimas desde la cuenca de sus ojos de la manera más desconsolada que jamás había visto de nadie más, arrodillándose frente a la  de cabellos marrones al mismo tiempo que llevaba sus huesudas manos a sus ojos. Cuestión de segundos pasaron para que la fémina rascase con furia sus huesos como si quisiera arrancar la vergüenza que sentía de esta forma, o siendo realistas con lo que sucedía, arrancando los pocos trozos de piel que quedaban en su propio cuerpo conforme iba rascándose. 

Roseanne no podía evitar ver aquella escena con ocio y masoquismo del más turbio existente, causando que ella misma comenzara a llorar y a sentir lo que su acompañante sentía. Su piel del mismo color de la nieve le ardía y su corazón sentía que se hundía en su propio cuerpo y un sentimiento de impotencia nació a consecuencia de todo el revoltijo de emociones dentro de sí, lo que también causó que innumerables quejidos, gritos, balbuceos y lamentos saliesen de los pequeños labios de nuestra protagonista.

Al pasar el tiempo, una extraña y densa nube negruzca se hizo presente en ese lugar tan ambiguo, convirtiendo el paisaje grotesco en uno en demasía confuso. Roseanne estaba muy ocupada llorando las penas y desdichas que fueron plantadas al mismo momento del rechazo de su pequeña Lisa como para notarlo, pero en aquel justo momento en el que la neblina se esfumó y un espejo apareció en el lugar, ella abrió los ojos y se encontró en el mismo lugar dónde la antigua figura se encontraba, e irónicamente también en la misma posición. 

Ésta vez, sus pensamientos no lograron salir de la confusión que aquello le causó, pues no lograba entender si aquello significaba que esa mujer que había visto segundos atrás era ella misma, o si simplemente había sido resultante de un espejismo... Aún así, no llegó a una conclusión determinante debido a que notó la abundante sangre que manchaba su delicado vestido blanco; y lloró más, lloró tanto como había visto a la figura por vez última mientras se acercaba al espejo y tocaba el vidrio, simulando acariciar y limpiar sus propias mejillas rojizas y demacradas hasta que no aguantó más la depresión de observarse así y volvió a correr lo más lejos que podía del gigante espejo que le demostró el nivel de pánico, soledad y ansiedad en el que se encontraba; por lo tanto, el resonar de sus pisadas se mezclaron en perfecta armonía con su lloriqueo y unas risas escandalosas que provenían de las paredes y que ante los oídos de la pelimarrón, se reían descarados de su desesperación.

Otros minutos que parecían alargarse hasta convertirse en extensas horas pasaron cuando todas las risas pararon en seco, dando a entender que se reían con el único objetivo de desesperar cada vez más a nuestra chica. Al mismo tiempo que cesaron, el sonar de una gran caída se hizo presente en el lugar y las rodillas de Park golpearon el cemento sin delicadeza alguna: Ella estaba ahí, rendida. Ya no podía más, ya no correría ni escaparía más de su gran desesperación y mucho menos lucharía contra ella. Todo en un momento como aquel parecía ser muchísimo más grande que ella, por lo mismo, se rindió y al parecer no lucharía más por encontrar su tan ansiada felicidad. Pero, sin dar termino, una voz se hizo presente.

¿Park? ─Susurro con confusión una persona que se notaba preocupada. Probablemente jamás en la vida había visto como la esencia de alguien se apagaba de una forma tan rápida y que le haya tocado verlo con quién era tan despampanante como Roseanne le había roto el corazón en trozos minúsculos, porque, vamos, la depresiva chica se encontraba tan débil, vulnerable y lucía tan indefensa con aquellos ojos, mejillas y nariz enrojecidos, manos y labios temblantes y respiración así de dificultada que era capaz de derretir al ser humano más malvado existente en la tierra.

¿K-Kim? ─Cuestionó con una timidez increíble, subiendo su rostro con la mayor rapidez que pudo. Por alguna razón, esa acción logró que una risa enternecida saliera de los labios de Jennie, chica que optó simplemente por sentarse al lado del pequeño y debilucho cuerpo de la contraria, depositando su mano izquierda en el muslo de Rosé.

Tranquila, saldremos de esto. ─Fueron las únicas palabras que salieron de su boca mientras observaba a la de mejillas regordetas.

Te refieres a... ¿Juntas? ─

Por supuesto.─


En ese justo momento, Park Chaeyoung conoció el valor de una palabra de apoyo.
El reconocer que no estaba sola logró llenar su cuerpo de esperanza, 
y, al parecer, como algunas cosas en este mundo pasan sin haberse premeditado,
la compañía de Kim Jennie parecía haberle devuelto todo ese brillo que en amores pasados perdió, pues...
¿Quién dice que el amor realmente no puede contra todo, y todos?


aisle miserável ;; chaennie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora