Mi vida ahora

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Año 1951: Después de terminar mis estudios, me quedé a trabajar en el orfanato en el que había estado como alumna en Berlín casi central. Era mi día libre, un domingo de vísperas de navidad y había salido a pasear y a ver las tiendas, que aunque sabía que no podía permitirme comprar nada, disfrutaba observando junto con las calles hermosamente decoradas para la ocasión.

Un escaparate en concreto llamó mi atención, era una sombrerería, y presentaba sobre unos maniquís ovalados y blancos, sus tocados invernales, abundaban el color morado oscuro, el ciruela y el azul marino, y estaban decorados con plumas, perlas en incluso detalles en plata.

Justo cuando me encontraba más absorta en mis pensamientos, ligeramente echada hacia delante para ver lo mejor posible, un tintineo suave de campana me sacó del ensimismamiento, de la tienda acababan de salir una señora de unos 50 años, algo regordeta y ricamente vestida y peinada, y una joven, aproximadamente de mi edad, perfectamente maquillada e igualmente impecable en cuanto al resto del conjunto. Estaban paradas en la puerta observándome, no pude evitar agachar la cabeza avergonzada y mirar hacia otro lado, sospechaba el porqué de sus escrutinio, yo en completa oposición a su aspecto, llevaba el pelo negro recogido en un moño simple bajo mi cofia blanca, aunque algunos mechones rebeldes me caían por la frente, mi tez muy morena y sin nada de maquillaje no era precisamente lo que se esperaba de una mujer de mi época, y mi vestido totalmente marrón, con el fajín del mismo color, sin ningún adorno y cuyo escote solo me dejaba a la vista el cuello, todo esto sumado a mi capa negra, un poco raída por los años de uso.

De repente, pasó lo inesperado, la señora alzó lentamente la mano y la bajo para llamarme, la miré confusa y me señalé a modo de pregunta alzando las cejas con sorpresa.

-Muchacha acércate- me dijo, y yo cautelosa la obedecí-estamos buscando una nueva ayuda de cámara para mi hija Amelie -señala a la joven de su lado- ¿te interesaría hacer la prueba?- me sonríe amable-el salario es muy bueno y tendrías vacaciones y días libres-

yo me tome un segundo para pensarlo, miré a la señora amable y por fin respondí:

- Verá, a mi me encantaría hacerla, pero es que ya trabajo en el orfanato-miro al suelo un poco apurada-

-Oh querida, por eso no has de preocuparte, conozco al director y puedo hablar con él y pedirte una pequeña excedencia en caso de que pasaras la entrevista, algo temporal, claro, sólo hasta que encontremos a alguien-sonrió más ampliamente que antes-

-Bueno... si solo es un prueba no creo que haya ningún problema-trato de sonreír algo nerviosa-

-¡Perfecto! Entonces te espero en casa mañana a las 6, procura ser puntual-volvío a sonreír, me dio su dirección y se despidió con un gesto de la mano mientras se giraba.

En todo ese tiempo la hija de Benedikta Himmel, que así se llamaba la extraña señora, se había mantenido callada y seria;  luego para despedirse solo hizo un leve asentimiento de cabeza en mi dirección, para automáticamente seguir a su madre.

Yo me quedé allí plantada, en medio de la calle y sin saber que pensar de lo que me acababa de suceder, decidí ordenar a mis piernas que se moviesen, y entre cavilaciones regresé al pequeño piso que compartía con Lydia Pfeifer, mi compañera de habitación durante mis años en la academia.



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⏰ Última actualización: Jun 23, 2021 ⏰

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