The Monster Inside of Me [NamKook]

One Shot.

Dedicado a vkookgaminshiper

Con amor, Ivy.
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Hay un monstruo en mi interior.

Viviendo en solitario y consumiendo mis días.

Se alimenta de mis debilidades y fortalece mis inseguridades.

Este monstruo al que llaman amor.

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Cuando nací todos me miraron como si fuera una joya preciosa, empezando por mis padres quienes su vida darían por mi y mientras crecía mas personas caían rendidas por mi. Que hermoso eres. Tan lindo. Pareces un muñeco. Las personas no se cansaban de decirlo, de alabarme y de acariciar mis cabellos negros los cuales decían eran suaves como la seda. Yo corría rápidamente a esconderme tras la falda de mi madre sonrojado, ser amado era tan sencillo que de niño me aterraba el estar solo pero  también el hecho de no saber como pagar ese cariño.

Crecí con comodidades, lleno de cariño y sin preocupaciones. Nada me faltaba y por lo tanto, nada necesitaba.

Olvide como era desear algo.

O quizá solo nunca desee nada en verdad.

Viví una vida cómoda y sencilla.

Luego lo conocí a él.

Era mayor que yo, era mucho mas inteligente, mas dedicado, mas pasional.

Cuando lo vi la primera vez fue un sentimiento sencillo, un desconocido mas, otra persona que luego diría halagos sin sentido, pero entonces él me sorprendió. Solo dijo hola, me miro por encima de su hombro en silencio y se fue cuando se lo permitieron. Camino lejos con sus largas piernas y sus audífonos puestos; nunca mas me volvió a hablar.

Fue entonces que mi monstruo nació, silencioso como una serpiente e inútil como un bebe abandonado.

Inevitablemente lo comencé a observar a lo lejos, esa presencia incompresible que era él para mi se volvía cada vez mas grande. Era audaz y estoico, caminaba por los pasillos de la escuela con un porte sin igual, su presencia siempre hacia a mas de uno voltear. Lo sabia, cuan codiciado era y cuantos mas le admiraban en silencio como yo. Porque era así, una admiración febril que mutaba poco a poco, día a día en mi interior, contaminando y enfermando todo a su paso mientras mis ojos no podían dejar de seguir su espalda sin poder caminar hacia él.

Él era perfecto, lejos de cada imperfección, cada debilidad, cada error lo hacían mas perfecto ante mis ojos.

Primero reconocí su valor, era alguien firme que no se doblegaba mas nunca insultaba, su intelecto superior siempre lo hacia destacar y demostrar su razón y criterio. Era también alguien amable, quien nunca negaba a quien pedía ayuda su mano, con una sonrisa que marcaría sus hoyuelos daría su apoyo y solidaridad a quien necesitara. Era también un poeta  que vivía en su mente indescifrable pero cuando dejaba salir las palabras de su boca era el astibo a un universo basto y complejo; solo podía imaginar que clase de mundos paralelos, exuberantes o idílicos nacían y convergían en su privilegiada mente.

Él era, simplemente: perfecto.

Mi admiración cada vez mas irreconocible y adictiva me hacían dudar de mi mismo, de mi sanidad, de mi sexualidad.

Jamas había deseado nada, no como lo llegué a desear a él.

Caí primero por su sonrisa, por la manera en que sus ojos se suavizaban de aquella analítica expresión, la manera que sus mejillas se marcaban con dos pequeños hoyuelos cuando sus labios se extendían. Vi en su atractivo algo que envidiar; yo, a quien nunca le falto amor o admiración, aquel a quien tantos llamaron hermoso, entendí entonces lo que era el ser masculino y atractivo. Su belleza era única y destacaba, con su piel dorada, su fina y alta figura, de hombros anchos y cadera pequeña, brazos fuertes y facciones maduras; la definición del hombre perfecto. Mi admiración ya no era solo sobre su ser, sino su cuerpo y esta ya ni siquiera sabia si llamarla así.