Capítulo 3

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Sonia estaba realizando una búsqueda exhaustiva sobre libros que  y le ayudaran a estudiar el coreano necesitaba aprender esos jeroglíficos ya. Había intentado comprar un misera cebolla a un puesto de la calle y había terminado pagando 100,000 wons y llevándose dos cajas enteras. ¿Qué iba a hacer con tantas cebollas? Se acumulaban en una esquina de la cocina y le miraban todas las mañanas como deseando salir de su encierro.

—No me miréis así, la que debería llorar por vosotras soy yo, pero no solo por cortaros sino porque seguramente con tanta cebolla esté espantando a todo ser humano en diez kilómetros a la redonda—Sonia hablaba sola con sus cebollas en la soledad del apartamento, quizás estaba empezando a desesperarse con tanto coreano. En los laboratorios en los que creía encontrar una amplia plantilla internacional solo se cruzó con un una francesa demasiado preocupada por sus uñas para intentar hablarle en inglés y un canadiense que estaba interesado en practicar el francés con la boquita piñón. El resto de coreanos era muy trabajadores y no cruzaban a penas palabra, solo para dar indicaciones y recoger los resultados. Se resignó a establecer amistad con sus cebollas tras la primera semana de trabajo, quizás hasta debería pintarles caras y ponerles nombre. Se encogió de hombros sin pensar que era una idea de locos, a esas alturas de la vida y estando a miles de kilómetros de su casa no iba  a preocuparse por hablarle a unas cebollas.

***

—Por favor, como pesan estos jeroglíficos—se quejó intentando mantener la montaña de libros en sus brazos. Daba pasos cortos tratando de evitar a los peatones que se cruzaban por su camino y como todas las tardes que había salido en aquella primera semana, escuchaba la música lejana de aquellos chicos que se movían como saltamontes. El primer día de trabajo había querido lanzarles su zapatilla para ver si paraban de mover los pies un segundo. El segundo día quiso crear una pastilla para meterla en la boca del chico del pelo algodón de azúcar, morado, un poco de azul...¡ya no sabía ni que color era! Solo quería callar sus gritos de gato atropellado que le dirigía al público para que les animaran. Le daban dolor de cabeza y lo que menos quería tras volver de un largo día era escuchar esas canciones estridentes. Al tercer día ya había asumido que tendría que soportarlas de una manera y otra, así que se resignó a pasar de largo por la plaza en la que siempre montaban el espectáculo. 

 Sonia escuchó un grito a sus espaldas pero como no sabía ni decir Hola en coreano, no supo que iba dirigido a ella. Un coche tuvo que esquivarla y terminó con dos ruedas encima de la acera y muchos libros sobre la calzada. El ruido de la frenada y el pitido hizo que el grupo de personas se girara para ver que ocurría, y en seguida corrieron a socorrerla. Una señora le ayudó a recoger los libros que habían quedado abiertos y con las páginas ondeando. Sonia había observado que los coreanos se inclinaban en repetidas ocasiones así que decidió pedir perdón de aquella manera y salió corriendo una vez hubo recogido sus pertenencias. 

—Qué vergüenza — murmuró mirando al suelo y buscando las llaves del apartamento en su bolso. Como pudo y sin dejar que los libros volvieran a tocar el suelo, consiguió pasar y dejarlos sobre la encimera. Korean for dummies rezaba el primero de ellos. Estaba más que convencida, necesitaba al menos saber lo básico para poder sobrevivir de manera digna sin que ningún otro coche casi la atropellara. 

El sonido de unos puños en su puerta le hizo soltar el libro amarillo que estaba ojeando sin cuidado sobre la mesa del salón ydirigir sus pasos hacia allí. Abrió la puerta y parado estaba uno de los chicos que llevaba viendo toda la semana bailar, al menos noera el gritón de color de pelo indefinido. Hizo una amplia reverencia y le dijo algo en coreano que no comprendió. Sonia intentó preguntarle en inglés pero no parecía comprender mucho. El chico se llevó la mano al cuello claramente agobiado y miró para todos los lados tratando de encontrar las palabras

My heartu is OMG! (J-Hope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora