Capítulo 1

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OBLIGADO a escuchar la arcadas que resonaban en el cuarto de baño, Eren Jeager maldijo en silencio a su conciencia.
Aunque se le estuviese revolviendo el estómago y le doliese la cabeza, no podía dejarlo solo. Apartó la vista del espejo, que reflejaba su rostro algo amarillento, cerró el grifo, y escurrió la toalla que había empapado.

—Eh, preciosollamó a la pobre criatura que estaba de rodillas junto al inodoro. ¿Te encuentras un poco mejor?

El joven levantó la cabeza y bajo el revuelto cabello azabache sus ojos lo miraron antes de tomar la toalla empapada que le estaba tendiendo.

—Mocoso...

Erenlo corrigió él, reprimiendo una sonrisa a pesar de lo irritado que estaba consigo mismo.

El apenas tuvo tiempo de decir «Necesitamos un abogado» antes de que le sobreviniera una nueva arcada.
Una visita a un abogado no era la mejor manera de empezar una luna de miel, pero aquella tampoco era una situación normal. Habían pasado varios minutos desde que el cálido cuerpo acurrucado en la cama junto a él emitiera un gemido, no precisamente de placer, y saliera corriendo al baño, pero no acababa de encajar los borrosos recuerdos de la noche anterior.
Sin embargo, a juzgar por el anillo en su dedo y el anillo de él, aquello era una pesadilla.

—Cada cosa a su tiempo, bebé. Cuando te encuentres mejor ya nos preocuparemos por eso.

El asintió antes de vomitar de nuevo.
Dios... ¡Que desastre!, pensó Eren masajeándose la nuca con la mano mientras miraba a su «esposo» de arriba abajo.
Doce horas atrás su sonrisa y la frescura de su belleza lo habían cautivado y, aunque en ese momento el pobre estaba hecho un desastre, acudieron a su mente recuerdos fragmentados de la noche anterior. Un chico normal y corriente que parecía haber escogido esa noche para divertirse un poco.
Lo que no acababa de entender era cómo había acabado echándoselo al hombro, en el riéndose y diciéndole que estaba loco, y lo había llevado a una de esas capillas por las que era famosa Las Vegas, y se había casado con el. Había tomado unas cuantas copas de más, sí, pero...
Levi se giró en ese momento, y Eren bajo la vista a la ceñida camiseta fucsia que llevaba, la misma que había llevado la noche anterior, cuando se había chocado con el. Estampado en blanco y con letras bien grandes la camiseta decía: QUIERO UN HIJO TUYO. Eso era lo que había llamado su atención.

Levi alzó la vista vacilante hacia el Mocoso...Eren, que tenía el ceño fruncido, volvió a bajarla para mirar el anillo de diamantes en su dedo... y volvió a vomitar en la taza del inodoro.
¡Se había casado con un extraño! ¡Y se había acostado con él! Y lo único que recordaba de su «noche de bodas» era la frustración intentando desanudarle la corbata mientras se desvestían el uno al otro.
Y allí estaba, de rodillas en el cuarto de baño de una suite de hotel, echando hasta la última papilla, con aquel hombre de espectador. ¿Podía haber una situación más humillante? Le había dicho que lo dejara solo, pero se había quedado para asegurarse de que estaba bien, como si sintiese que tenía que interpretar el papel de buen marido.
Aquel pensamiento casi lo hubiera hecho reír si no fuera porque aquello no tenía ni pizca de gracia , y porque no podía dejar de vomitar.

—Ya no puede quedarte mucho dentrodijo él a sus espaldas.

Yo diría que no me queda nada gimió el—; ahora solo he echado líquido. Imagino que sera la forma de protestar de mi estómago.

Bueno, desde luego esta dejando bien claro que está molesto.

Aquel toque de humor hizo que Levi volviera a mirarlo. Era alto, y no porque el estuviera arrodillado en el suelo.
Unas facciones tan atractivas que de pronto se encontró preguntándose cuánto tiempo llevaba mirándolo... arrodillado junto al inodoro en el que había estado vomitando.
No, aquello difícilmente podría ser más humillante. Pero daba igual. Aquel tipo con su cara de ángel y ojos esmeralda no entraba en sus planes. ¿Y qué si era guapo, o tenía sentido del humor, o que se hubiese casado con él?
El orgullo lo hizo levantarse del suelo, aunque con cierta torpeza porque estaba deshidratado de tanto vomitar y porque llevaba demasiado tiempo arrodillado. Las piernas no le respondían como deberían, y sintió que las rodillas le cedían antes de que dos fuertes manos lo agarrasen por debajo de los brazos, sujetándolo para que no se cayese.

—Gracias —murmuró azorado cuando hubo recobrado el equilibrio.

—No hay de qué —respondió él, y tras una pausa añadió: Supongo que es una de las ventajas de tener un marido cerca.

El asintió. Estaba exhausto y abrumado por la situación, y aunque tenían que hablar no se sentía preparado para hablar de lo ocurrido la noche anterior, de los tramites que tendrían que hacer para conseguir la anulación de su matrimonio.
Antes necesitaba darse una ducha, enjuagarse la boca y lavarse los dientes. Y cambiarse de ropa, pensó bajando la vista a su camiseta.
Luego, por seguirle la broma respondió:

Sabía que había alguna razón por la que me había casado.

La suave risa de él hizo que girara la cabeza para mirarlo y, al ver la sonrisa en sus labios y el brillo en sus ojos, dejo de ser el extraño junto al que se había despertado esa mañana para transformarse en el hombre con el que tenía el vago recuerdo de haber compartido la cama la noche anterior.
¡Ay, Dios...! ¡En que lío se había metido! Lo único en lo que podía pensar era en que tenía que conseguir, y cuanto antes, salir de él.

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Capítulo 1

Palabras: 947
Publicación: 30.03.18
Creación: 30.07.17
Editado: 26.03.18

Baby, you're dead to me♥☁.
:)

Una copa de más [Ereri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora