Capítulo 2

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Cuando Inuyasha llegó a la aldea, vio lo que ni en sus peores pesadillas había visto.

A sus amigos tirados en el piso heridos, y a Aome la tenía agarrada el demonio, la veía muy herida, por lo que asesinó al demonio con su espada, la cargó y ella lo miró sonriendo, el fragmento de la perla había caído, Miroku se levantó, agarró el fragmento y miró a Aome.

–Me rescataste...–Dijo susurrando, Inuyasha olía claramente su sangre, veía como su ropa estaba algo manchada, él le levantó la parte de arriba del uniforme para ver cómo salía la sangre, era tanta que sabía que ni unos tontos vendajes podrían evitar que se detuviera, había llegado tarde.

–No...–Dijo Inuyasha, en eso se levantan Shippo, Miroku y Sango y cuando ven las heridas de Aome, Shippo comienza a llorar.

– ¿Shippo? ¿Qué te ocurre? –Le preguntó Aome, ella aún no entendía la gravedad de sus heridas, lo único que sabía era que sentía mucho ardor y se estaba comenzando a sentir cansada.

– ¡Estás muy herida!–Le gritó, Aome pestañeó varias veces y comenzó a ver su cuerpo, aunque veía todo nublado, podía ver claramente una gran mancha roja.

–Estoy bien, estaré mejor en unas horas. –Le dijo, era una mentira, sabía perfectamente que no estaría mejor en unas horas, pero no quería que Shippo siguiera llorando, Inuyasha, al escucharla, frunció el ceño y la pegó más a su pecho, no le importaba mancharse de sangre, pero no quería soltarla, Sango lo miró y dio un largo suspiro.

–No hay nada que podamos hacer para curarla, ¿cierto?–Le preguntó susurrando a Miroku.

–No, sus heridas parecen muy graves, la señorita Aome...no durará mucho tiempo viva. –Le dijo, él trataba de ser fuerte, pero hasta sentía ganas de llorar, Aome se había vuelto una gran amiga para todos, pero sabía que ni con la medicina de su época, podían hacer que ella se mejorara, solo bastaba...esperar, esperar a que Aome dejara de sufrir.

*2 horas después

Inuyasha todavía se mantenía cargando a Aome, Miroku y Sango habían estado buscando la manera de salvarla, ¿y si buscaban a Sesshomaru para que la curara con su espada? No, tenían tiempo sin saber de él, por lo que buscarlo en ese momento cuando faltaba tan poco para que Aome...se fuera, no sería conveniente; Inuyasha no quería soltarla mientras que Shippo no dejaba de llorar, Aome comenzaba a respirar más pausado y profundo, sentía que estaba muy cerca de dormirse.

–Inuyasha...–Susurró su nombre, cuando él la miró, ella sonrió.–Quiero ver las estrellas. –Le dijo nuevamente susurrando, Inuyasha se levanta, camina un poco hasta donde se veían las estrellas y Aome comienza a llorar al ver tal espectáculo. –Esto es...hermoso, jamás lo olvidaré, gracias Inuyasha.

–Aome...–Comenzó a decir su nombre, tenía que hacerlo, tenía que decirle cuanto la amaba; la chica lo miró y él se sonrojó, sentía como sus mejillas se ponían calientes. –Yo, eh...quería decirte que te a...–Pero se calló al ver cómo la joven cerraba lentamente sus ojos y...dejaba de respirar.

–No. –Dijo asustándose, sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas, estaba a punto de llorar. –No por favor, Aome, abre tus ojos. –Inuyasha la comienza a mover, pero nada, la chica no abría los ojos, las lágrimas de Inuyasha comenzaron a salir y la abrazó, Shippo, Miroku y Sango se acercaron y al ver la escena, Shippo comenzó a llorar, Sango se arrodilló y colocó su mano sobre su boca aguantando las ganas de llorar, y Miroku...estaba de pie observando la escena, no salía del asombro.

– ¿La señorita Aome está...?

–Muerta. –Dijo Sango, Inuyasha siguió llorando sin importarle que estaban sus amigos allí.

–Llegué muy tarde, ¡lo siento Aome! Abre tus ojos, ¡maldita sea, abre tus ojos!–Gritó sin dejar de abrazarla, Shippo no dejaba de llorar, quería que Aome no estuviera muerta.

–...

–...

–...

– ¿Mh? ¿Dónde estoy? –Preguntó Aome levantándose, estaba acostada en el suelo del bosque, trató de recordar lo que había pasado, pero unos ruidos extraños hicieron que ella caminara hacia donde los escuchaba, poco a poco, comenzó a distinguir los ruidos, eran llantos, algunas personas lloraban, y, cuando se acercó bien, pudo ver a Sango arrodillada, a Miroku de pie observándolos, a Shippo llorando y a Inuyasha llorando abrazando a alguien, ¿acaso se trataba de Kikyo? Pero... cargaba una ropa colegial, muy parecida a la que ella traía a la época antigua, por lo que se acercó un poco más, lo que vio, la dejó sin palabras.

–Soy yo, no puede ser...estoy muerta.

Murió por mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora