p r o l o g u e

261 36 8
                                    

El frío viento de noviembre soplaba con fuerza en Seúl, fácilmente podría darle hipotermia a un pequeño niño de 5 años, pero para él ya era una costumbre sentir el frío recorrer su cuerpo. Es más, cuando el viento le soplaba con suavidad en la cara era un simple roce que le daba fuerzas para seguir con su trabajo, quitando el hecho de que su rostro se congelaba cada vez más.

Casualmente ese era el día en el que el clima había decidido estar a menos de cero grados centígrados. El chico harto de frotarse la nariz por el frío se arrepintió de no salir de casa sin antes tomar una bufanda que le cubriera en lugar de su cubrebocas. Lo bueno era que su tarea de hoy era pequeña y podría volver a casa para acostarse en su cómoda cama y dormir hasta que el viejo le encomendara otra tarea.

Miró el reloj en su muñeca, faltaban cinco minutos para que dieran las cuatro y media de la madrugada, llevaba por lo menos tres horas escondido en un callejón esperando a su objetivo. Un señor de no más de 35 años, con esposa e hija, cargando con una deuda que se cobraría con su vida. Finalmente el chico sonrío al ver al hombre salir ebrio de cabo a rabo de la cantina, se balanceaba de un lado a otro en dirección a su auto, solo que para llegar a este el hombre debía pasar a lado del callejón donde se encontraba el chico vestido de negro por completo.

El señor, aunque borracho, estaba alerta por cualquier sonido, su corazón comenzó a palpitar con fuerza al ver de reojo una silueta negra, pronto se encontraba siendo brutalmente jalado al callejón. El pobre señor sabía que ocurría y cuál sería su destino.

— No, no, no. — suplicó — ya casi tengo todo el dinero, por favor, t-ten piedad...

El menor sonrío nuevamente conectando su mirada con el aterrorizado hombre. Este al ver sus ojos pudo reconocer a su atacante, sintiendo más miedo del que podría sentir alguna vez. Aunque claramente sabía que esa era su última vez sintiendo una emoción tan simple como el miedo.

— N-nightmare... — las lágrimas del hombre comenzaron a salir con libertad, imágenes de su esposa e hija reproduciéndose únicamente en sus pensamientos.

— Dulces sueños, señor Han.

Gracias a la fuerza que se ejerció para enterrar el arma, un poco de sangre llegó al rostro del menor mientras un charco del mismo comenzaba a salir a montones del pecho del ahora cadaver.

Metió el arma homicida entre los motores de un auto cualquiera, se quitó los guantes ensangrentados para luego prenderles fuego a estos y al hombre muerto con su pequeño encendedor. Vio el fuego esparcirse poco a poco consumiendo al hombre, para luego comenzar a caminar.

El camino de regreso a casa fue como el de todos los días en los que se le asignaba una tarea, sin emociones.

Las emociones ya no existían para él, no tenía corazón. Murió aquella noche de agosto, junto con todo lo que le importaba. Para él la vida ya no tenía significado alguno, ahora simplemente seguía órdenes y cumplía tareas, solo así podía vivir su mediocre vida sin que tuviera riesgo de que lo mataran, aunque por dentro él sabía que ya estaba muerto.

Kill the love
  Killsopaplease

Kill the love » mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora