Kill the love » myg

t h r e e

Caminé rápido con el teléfono pegado al oído al ver por fin una mesa libre, obviamente mi caminata era algo disimulada, no quería que alguien notara mi desesperación por sentarme a comer sola mi almuerzo mientras escuchaba sermones de uno de mis mejores amigos.

— Nam, de verdad, no creo que sea buena idea... — Escuché un gruñido desesperado del otro lado de la bocina, reí divertida, parecía que hablaba con un toro en lugar de un chico.

Kim Namjoon. Uno de mis tres mejores amigos, lo conocí cuando estaba en mi primer año de instituto y él en último gracias a mi mala suerte en el inglés, nunca creí que estresar tanto a un profesor podría llevarme a conocer a una de las mejores personas existentes. Fue justamente así como terminé conociéndolo, se convirtió en mi asesor de inglés y al poco tiempo de matemáticas también, él nunca había dado asesorías de esa materia, así que fue básicamente por mí la razón por la que actualmente estudia Actuaria en una de las mejores universidades de Seúl.

Nuestra amistad había durado siete años y realmente confiaba en que serían muchos años más.

— Juro que no te dejare tomar ni una gota de alcohol, bee. — Sonreí sin poder controlarlo, "bee" era el apodo que él me había puesto después de que una abeja me picara en una asesoría de inglés. No era bonito recordar el gran globo que creció en mi nariz a causa de ese desgraciado insecto, pero sin duda Nam había hecho de ese día uno de los más divertidos. — El idiota de tu novio no esta invitado, así que no te preocupes por él.

Puse los ojos en blanco. — Sabes perfectamente que ese idiota no pasa por mi mente en este momento. — Escuché un pequeño "¿entonces?" esperanzador de su parte. Quería decirle con todas mis fuerzas que lo que había ocurrido ese día no había sido sólo una noche llena de vómitos y resaca a la mañana siguiente, pero no podía decirle que casi había perdido la vida si no quería que cometiera homicidio matando a Dae por no cuidarme esa noche. Así que dije lo primero que se me ocurrió. — Tengo que hacer tarea, Nam, además los exámenes se aproximan...

— Tienes que cumplir con tu palabra, bee, debes salir de esa cueva tuya llamada apartamento. — Suspiré tratando de convencerme a mí misma de que sería divertido, ciertamente prefería mil veces continuar con la investigación sin alcohol de por medio. Las ganas de repetir lo que ocurrió hace unos días eran nulas. — Deja de ser la nerd en la que te convertí y ven a divertirte un rato. Hazlo por mí, bee.

— Nam... — Escuché unas voces del otro lado y un segundo después a Nam disculpándose.

— Escucha, van a entregar la calificación de un examen semanal que nos aplicaron el otro día, por favor, dame el gusto de verte después de mil años, bee. — Suspiré por segunda vez y asentí en respuesta, mis labios se estiraron al escuchar la maravillosa risa victoriosa de mi amigo antes de colgar.

Saqué mi laptop y abrí los archivos que había recopilado ya del misterioso asesino. Masticaba con lentitud el sándwich en mi boca mientras leía con precisión. Hace un par de días encontraron los restos de un cuerpo chamuscado en un callejón muy escondido, la víctima era Han Yaegoo, un empresario que al parecer disfrutaba robarle a personas peligrosas haciendo trampa en juegos de cartas, fue claro que el precio por eso había sido su vida. La causa de muerte según el forense no fue el fuego que consumió el ochenta por cierto de su cuerpo, si no que se trataba de una apuñalada al pecho con un arma pequeña y completamente afilada.

Normalmente las escenas del crimen en Corea no eran ordenadas en sí, siempre había asesinos que tenían su modus operandi bien planeado, pero siempre algo salía mal y terminaban por atraparlos. La diferencia con este asesino es que sus obras son tan sofisticadas, precisas y ordenadas que nadie lo ha descubierto en cuatro años desde que empezaron los asesinatos a su causa.