Rainbow Is My Favorite Color: Camino a la perfección.

Capítulo 1

Y aquí estoy, a 20 minutos de entrar a la universidad, con el cepillo de dientes en mi mano derecha e intentando buscar la zapatilla izquierda revoloteando toda mi habitación con la mano libre.

Maldita sea.

-¡Te juro por mis galletas que si no te encuentro tiraré a tu compañera por la ventana!- grité desesperada cuando terminaba de enjuagarme la boca.

-Maldita loca ¿a quién le gritas?- dijo Camila entrando a mi habitación.

¿Mencioné que tenía una compañera de apartamento?, ¿no?, pues ahí la tienen, ella es Camila, la chica con la vida más perfecta que conozco, a ella siempre le va bien.

¿Y a mi?, bueno, yo... ¿saben qué?, dejemoslo ahí.

-¡Camila ayudame, faltan menos de 10 minutos para entrar y yo aún aquí!- dije gritandole buscando en todos lados.

-Mujer, está en el salón debajo de el sofá- dijo rodando sus ojos color avellana tomando su mochila de el suelo.

Corrí lo más rápido que pude a por ella y me la puse, fui por mi mochila a mi desordenada habitación y salí con Camila hacia la universidad.

No estaba tan lejos pero llegamos con 5 minutos de retraso por mi culpa.

Cada clase que pasaba era una tortura para mi, algunos maestros me odiaban a morir ya que varias veces los enfrentaba por las injustas notas que me marcaban en mis boletas.

Los odio a todos.

Llega el receso, ese pequeño tiempo en el cuál gozan su libertad fuera de esas jaulas (está bien, tal vez exagero un poco), pero para mi era el mismo infierno.

Cada receso me pasaba algo nuevo, y este no iba a ser la excepción.

Salgo con Camila rumbo a la cafetería, me formo en la fila con una pequeña charola color azúl y me dispongo a esperar a que esta avance.

-Meredith, ¿tienes nuevo empleo?- me dice Camila observando a Elena sirviendo de mala gana la comida de el menú de hoy.

-Sí, en un restaurant, de camarera- digo con tono decepcionado.

-Hey, ánimo, tal vez y ahora si te va bien, tu antiguo jefe era un patán- resopla sonoramente.

-Lo era, pero pagaba bien el maldito- dije burlandome levemente.

La fila avanzó algo rápido hasta que llegó mi turno.

-¡Elena querida!, buenos días, ¿que hay hoy?- dije alegre.

-Cierra el pico Adams, no estoy de humor- dijo amenazante.

-Sé que es mayor que yo pero aquí entre nos...¿su esposo no le dio anoche?- dije alejándome un poco de el chico que tenia a un costado diciéndolo en forma de susurro para ella.

-¡Eso a ti que te incumbe!- gritó para después aventar una gran cuchara de sabrá dios que sea en mi plato.

-Solo quería alegrarte mujer- dije tomando una botella de agua para después retirarme.

-¿Ahora que con que molestaste a Elena?- me dice Camila mientras busco una banca vacía.

-Meh, le pregunté si su esposo no le había dado anoche, se enojó, yo sólo quiero alegrarla.

-Meredith...

-Mhm- dije aún buscando una banca.

-Elena es viuda- dijo en tono serio.

-¡¿Pero que me estás contando?!, por dios, siempre estoy metiendo la pata dónde no- dije avanzando hacia una mesa.

-Yo diría que el cuerpo entero- comenzó a reír a carcajadas, llamando la atención de varios chicos.

Después de ese momento bochornoso en donde deseé que la tierra me tragase volvimos a clases, por lo general entraba a las 8 am y salía a las 2 pm.

Asistiría hoy a mi nuevo trabajo a las 4:30 pm, para salir a las 10.

Pagaban poco pero estaba conforme con mis horarios.

Llegué a casa a tomar un baño más tranquilamente, comer algo ya que mi estomago rugía cual león y cambiarme de ropa.

Tomé una blusa con un enorme Mickey Mouse en el centro de esta, unos jeans normales y unas vans negras.

Tome las llaves de mi apartamento, celular, y algo de dinero.

Sorprendentemente salí de casa y todo iba bien, si quitamos lo de esta mañana con Elena.

Subí a mi bicicleta y comencé a pedalear hacia dicho restaurant.

¡Peeeeero no!, por alguna extraña razón bajo de mi bicicleta aparcada en el lugar especial para eso y... ¡¿Porque a mi Dios?!, veo que en mi trasero hay un tremendo chicle que se ha despegado de el asiento y  se a pegado en mis jeans, ahora estoy avanzando hacia la entrada con una mano tapando dicha área para que no se vea.

Qué vergüenza.