Parte única

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Mi nombre es Han, Lu Han, vengo del Reino de la hermosa China, tengo 29 años de edad y soy Médico.

Lastimosamente en mi Reino no necesitaban a un médico joven y "sin experiencia", como ellos me tildaron, y seguirían confiando la salud del pueblo y la familia real por el viejo cascarrabias de Wu YiFan.

Les contaré como llegue a Corea del Sur, pues un ave me indicó que en este Reino necesitaban un médico de la corte, tomé mi caballo y me dirigí a este bello Reino. Claramente no informe que vendría así que fue toda una sorpresa.

Cuando ingresé al gran Castillo me informaron que ya habían elegido a un nuevo médico, en este caso era Kim Junmyeon, un médico muy respetado a nivel global entre los médicos. Me sentí decepcionado y triste, por lo que di la vuelta y empecé a dirigirme a la salida del Castillo cuando choque con alguien. Caí al suelo y me golpee, de pronto muchos guardias empezaron a rodearme.

Levanté mi vista y vi que se trataba de un hombre increíblemente alto, bien vestido y bien parecido, he de recalcar. Él hombre me miro con despreció e hizo señas a uno de los guardias para quien sabe que cosa.

Fui levantado con fuera y empujado por varios guardias hacia un calabozo.

- Esto te pasa por meterte con el primo del Rey - me empujó el guardia al pequeño, húmedo y mugroso lugar.

- ¿P-primo? - me sentía muy confundido.

- ¿No eres de estos lados, eh? Debes venir de la hermosa China, tu acento te delata - hablo de nuevo el guardia pero no dejo que respondiera, ya que cerró la habitación, si se lo podría llamar así, y se largó.

Vi todo el lugar; era muy sucio, habían muchas hojas, las que supongo, eran una especia de cama.

Oh, Luhan, ¿acabas de venir y ya te metiste en problemas?

Me senté en las hojas, ya que no había nada más que apreciar en esa horrenda estancia. El polvo me hizo estornudar en muchas ocasiones.

- ¿Será que le caí mal al primo del Rey? - reí por lo anteriormente dicho. - Obviamente,  idiota - me contesté yo mismo.

Habían pasado alrededor de 2 horas, pero nadie se dignaba a sacarme o al menos traerme agua o pan. Claro, era obvio, soy un prisionero.

No llevo ni un día en este Reino y ya estoy preso.

Me acosté sobre las hojas y cerré mis ojos, no había dormido en los tres días que me costó llegar aquí, ya era hora de un descanso, y como venía con tantas esperanzas de conseguir el puesto, no me puse a pensar en donde dormiría.

Por el momento tenía techo, aunque no agua ni pan. 












Me desperté de golpe al sentir un líquido helado en mi cara.

- Despierta bella durmiente - hablo el guardia. - . Tus horas de castigo terminaron, te puedes largar.

- ¿Q-qué? - lo miré sin entender.

- El Rey ha pedido que se te libere, niña - contestó obvio.

- ¿E-el Rey?

Dama de compañía ♡ ChanLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora