1. Pelirrojo

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La música melancólica sonaba a volumen bajo dentro de las oscuras paredes del Loop, un viejo bar situado en la zona norte de Daegu, dándole una atmósfera deprimente al lugar. Los lastimeros acordes de una guitarra acústica se mezclaban con la voz del cantante, que con notas altas y desgarradoras contaba la historia de un hombre que perdió al amor de su vida por dejarse sumir en la avaricia y la ambición.

Sentado en la mesa más apartada y oscura del Loop, se hallaba Min YoonGi. Con su habitual suéter negro, vaqueros con agujeros en las rodillas y sus viejas botas negras de tipo militar. Usaba un gorro de lana negra que cubría todo su cabello, apenas dejando ver parte de sus orejas perforadas. Como cada viernes por la noche, desde que cumplió la mayoría de edad hace tres años, Min YoonGi acudió al bar por algunas cervezas acompañadas de su marca de cigarrillos favorita. Fumaba como chimenea desde los quince y se había aferrado al alcohol a los diecisiete, aunque lo último solo los consumiera los fines de semana pues debía trabajar para poder subsistir.

Al igual que cada viernes, YoonGi llevó un cigarrillo entre sus labios y lo encendió con destreza, dándole una larga calada para después soltar el humo lentamente. Repitió el proceso una vez más, perdido en sus pensamiento, creyendo que el humo que exhalaban sus labios se llevaría consigo la ansiedad que sentía en aquél momento. Y es que, el muchacho se sentía ansioso porque el chico lindo del grupo de amigos que solía sentarse en la mesa de al frente aún no se aparecía por el bar. El chico lindo al cual se dedicaba a mirar toda la noche como un jodido acosador. El chico lindo que en un día descubrió su mirada sobre él y bajó la mirada avergonzado mientras sus mejillas se teñían de un tenue rojo que resaltaba en su piel ligeramente bronceada. El chico lindo al cual una vez le sonrió y este, con timidez, le devolvió la sonrisa. El chico lindo con el cual, como cada viernes, compartía intensas miradas.

La primera vez que lo vio fue durante la noche del primer viernes de mayo del 2016. Eran pasadas las once. Como siempre, YoonGi se hallaba sentado en la mesa de la esquina disfrutando de una cerveza fría mientras leía un antiguo ejemplar de El gran Gatsby. El Loop solía ser un bar muy concurrido en los años noventa, sin embargo, en la actualidad era un viejo bar que había quedado en el olvido por los habitantes de Daegu. A él solían acudir personas solitarias como YoonGi, que solo querían un lugar tranquilo en donde pasar su noche del viernes. Pero esa noche en especial fue diferente. Se respiraba tranquilidad en el bar cuando un grupo de cuatro hombres ingresó al lugar haciendo escándalo con sus risas estruendosas. Eran jóvenes al igual que YoonGi. Lucían muy alegres y parecían ser muy amigos. YoonGi los escrutó uno a uno con la mirada mientras el grupo de amigos tomaba asiento en la mesa de al frente a la de YoonGi, en la otra esquina de la pared al fondo del bar.

Uno de ellos era alto, y llevaba el cabello rubio.
Tenía la piel bronceada, sus labios eran gruesos y voz jodidamente grave. Vestía pantalones anchos color gris, una camisa de rayas blanco y negro y zapatos negros a juego. El tipo junto a él era igual de alto, de rasgos suaves, piel pálida y cabello castaño. Su voz suave iba acorde a su apariencia de chico rosa un tanto femenino. Otro de ellos era un poco más bajo, de cabello negro, tenía perforaciones en ambas orejas, vestía camiseta blanca, jeans ajustados y botas Timberland color marrón. Y el último, el más importante de todos. El chico lindo de baja estatura, cabello rojo oscuro y labios gruesos. Vestía un suéter azul marino, pantalones negros ceñidos al cuerpo resaltando sus deliciosos muslos y exquisitas piernas. Calzaba zapatillas negras y portaba unas gafas de pasta negra que tras el lente dejaban ver un lindo par de ojos oscuros muy vivaces.

YoonGi mentiría si dijera que no le gustó al instante. Le encanto su voz cantarina y su risa contagiosa. Se enamoró de su forma de hablar, de cómo sus bonitos labios rojos se pegaban con gracia al borde de la botella mientras bebía de su cerveza, de la manera en la que sonreía y deslizaba sus dedos entre su cabello de vez en cuando mientras escuchaba atentamente lo que decía alguno de sus amigos. Yoongi se dedicó a mirarlo el resto de la noche sin que el chico se diera cuenta, abandonando por completo su lectura y dando largos sorbos a su cerveza. Cuando el reloj marcó la una de la mañana, el grupo de amigos pagó la cuenta y se marcharon del Loop, dejando en YoonGi una amarga sensación de vacío al darse cuenta de que probablemente no vería al pelirrojo nunca más.

El Chico Del Bar [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora