Recuerdo el día en que lo conocí con claridad, sin embargo, no recuerdo haber sentido algo especial.
No tenía idea de lo que pasaría después.
No pensé que llegaría a amar sus manos, las manos que se entrelazan con las mías y no sabía que llegaría a amar su voz cada vez que me recitaba alguna palabra, su día a día. Antes éramos dos extraños, dos personas que se encontraron un día por casualidad, por coincidencia. Ahora nos enamoramos.