La historia que jamás contaron...

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[Me inspire en esta pequeña imagen por lo que voy a cambiar las edades de  estas bellezas]

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[Me inspire en esta pequeña imagen por lo que voy a cambiar las edades de estas bellezas]

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El frió era terrible en aquélla época, sus cachetes regordetes le ardían cada vez que daba un paso por la banqueta. Iba de la mano con su madre aun así, el sonreía de la forma más bella que algún inocente podría hacer, el acababa de salir de la guardería e iba rumbo a su casa pero no sin antes ir a comprar pan y leche a la tienda de la esquina de su casa pues había dicho su madre que ya hacía falta.

-No tardaré, quédate aquí sentado y no vayas a ningún lado ¿esta bien?.-

-Si~ mami-

El se encontraba dentro de la tienda y estaba sentado en uno de los banquitos que daba a la ventana y solo veía como la nieve bajaba del cielo hacía el suelo que estaba como una gran almohada rellenita. Su madre le llamo por lo que el con cuidado se bajo del banco, un niño ágil para su edad.

Tomaron nuevamente su rumbo mientras cantaban una cancionsita que era perfecta para ese día nublado con demasiadas estrellas en el cielo y ese frió.

-An-ata w-a Estellita watashi w-wa darede-shou ka. An-ata wa Estellita watashi w-waa darede-shou ka.~

- Anata wa Estrellita watashi wa daredeshou ka. Anata wa Estrellita watashi wa daredeshou ka.~

[Estrellita donde estás me pregunto quién serás. Estrellita dónde estás me pregunto quién serás.]

Eran eso de las ocho de la noche cuando al abrir la puerta, el silencio y la oscuridad rodeo su hogar, el tenía miedo no quería entrar pero con cariño su mamá lo animó y al pasar por el umbral y sacarse sus pequeños zapatitos de color azul marino el dio apenas tres pequeños pasos y la luz se encendió y la gran celebración lo hizo reír y asustarse al mismo tiempo, sus ojitos llorosos y una radiante sonrisa en su delicada cara.

Su pastel de fresas con chocolate en medio el dibujo de un can café con la lengua de fuera mientras con delicadas letras cursivas decía "Feliz Cumpleaños numero 3" la emoción no cabía en ese pequeño cuerpo por lo que con lagrimas decía lo que no podía expresar y así pasaron junto a risas, juegos, dulces y música con deliciosa comida, su cumpleaños, cuando eran pasadas de las 11 de la noche todos los invitados se fueron retirando tan solo eran dos chicas castañas mayores que el y aun así una de la otra junto a un niño pelinegro.

Cuando todos ellos se fueron el pequeño bostezó de sueño y su mamá lo cargo mientras le limpiaba su boquita y lo subía a su propia habitación, cuando llego su madre le dijo que fuera a cambiarse y a asearse a lo que el pequeño asintió e hizo lo que su madre le dijo.

Al cabo de unos momentos la puerta del pequeño se oyó. El, acabado de cepillarse sus dientes fue a abrir y su madre estaba frente a el con una cagita de color azul con un lindo moño plateado. Ella entro.

La historia de Makkachin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora