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Pronto volvió la iluminación ya que, como en las demás cuartos, la luz comenzó a salir de quién sabe dónde.

–Mira, es algo que traje desde tu mundo –Renover comenzó con su explicación–, claro ya hace mucho tiempo, pero me sorprende, no he vuelto a ver muchos como este. Así que lo he reparado. ¿Qué te parece?

Lo que tenía enfrente era un coche marca Fort, que creo era un modelo antiguo, casi de los primeros que sacó la empresa al mercado. Sin embargo, se veía nuevo y limpio, no me constaba que funcionara o que fuera cómodo.

–Se ve fabuloso, no puedo creer que tú hayas reparado todo esto –comenté pasando una mano por la lisa pintura–. ¿Funciona? ¿No?

–Claro, por eso te traje aquí. Quiero que vengas conmigo a dar una vuelta ya que es mi hora y día favorito, porque solo en ella encuentro cosas que en otras no.

Entonces me explicó cómo funcionaba el tiempo por aquí.

Tenían cuarenta y ocho horas que conservaban el mismo cielo, excepto las últimas dos en las que quedaba completamente oscuro. Nadie acostumbraba salir en esas dos horas, pues el escenario cambiaba y a falta de luz podían perderse.

Cada día era diferente, parte del día se veían lugares de Europa, con todo y sus edificaciones. Otra parte se vería América, por la mañana todo era muy rústico y aburrido, pero mientras amanecía se transformaba, las casas, el paisaje, los animales, la ropa no, ni lo que trajeras encima. Mientras pasaba el tiempo, el escenario se volvía más moderno y tecnológico; más adelante era igual de extraño que al principio.

Según entendí era porque en el de tiempo de mi mundo todavía no se pasaba a ese escenario, pero conforme pasara el tiempo ahí, aquí se irían agregando horas para poder verlo todo. Se podían restar las horas para ver pasar el cambio más rápido; dejando como mínimo treinta horas de actividad o treinta y dos, pues normalmente ellos no contaban las horas oscuras.

–Me parece bien salir, pero. ¿No crees que deberíamos hablar primero con Bernan? Parecía preocupado –dije.

– ¿Cómo qué parecía preocupado?, ni siquiera nos vio salir de la habitación.

–Antes de que cerraras la puerta él estaba ahí parado.

–No vi ni escuché nada –parecía interesada, decidí dar por cerrada la conversación.

–Bien, pero tengo una pregunta.

–Las que quieras.

– ¿Cómo saldremos?, ya que solo podemos salir por el pasillo y dijiste que no debía decir nada de este lugar, así que creo que tú tampoco querrás decir nada –estaba emocionada por salir–. Si escuchan el motor vendrá en seguida alguien a ver lo que ocurre.

–No te preocupes, esa no es la única salida.

De inmediato la pared que tenía enfrente se plegó hasta dejar a la vista un París antiguo, había personas caminando tranquilamente, me perdí en admirar cada detalle. El cielo gris oscuro, como si fuera a llover daba un aspecto a la ciudad aún más antiguo, todo era tan asombroso que solo me atrajo a la realidad un gran ruido detrás de mí, era el pitido del coche de Renover.

–Yo conduzco –dijo mientras me abría la puerta del copiloto, invitándome a entrar. Sonreí y de inmediato caminé hacia ella.

Miré asombrada a todos lados mientras íbamos por las calles, creo que los fanáticos de la historia de Francia estarían emocionados; imaginé que encontraría basura, comida u olores horripilantes, pero realmente era como estar ahí solo que mejor. Era hermoso, un envolvente olor a rosas capturaba la magia del lugar.

Después del final |•COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora