Salió de su despacho y miró a su alrededor para percatarse de que nadie lo veía. Se sentía como un tonto adolescente de 15 años... escondiéndose para no ser descubierto por sus padres. Volvió a observar por el pasillo. Soltó un suspiro. Al parecer todos estaban ocupados y él podría ir a verla sin ser interrumpido.
Desde que había llegado quiso estar a solas con ella. Pero si no era una cosa, era otra. Y jamás lo lograba. Tenía ganas de ver aquellos ojos miel que amaba en secreto desde hacía tanto tiempo. Sin dudarlo entró a la cocina, haciendo un poco de ruido.
Ella se sobresaltó y se giró a verlo con el corazón en la boca. Se sintió algo aliviada al saber que era él. Aunque de repente se sintió nerviosa. No quería estar a solas con Greg Thompson. Carraspeó su garganta y volvió a mirar de nuevo al agua que comenzaba a hervir. Greg se acercó un poco.
-¿Qué estás cocinando? -le preguntó y respiró profundamente para encontrarse con el inconfundible aroma al romero.
-Pastas -contestó ella simplemente.
-Mmm... mis favoritas.
Ella lo miró de reojo y su corazón dio un vuelco. ¿Por qué... por qué le seguía pasando aquello? Era como que no podía superarlo. Lo había amado siendo una niña y lo seguía amando siendo una adulta. Ellos dos se conocían desde que su padre había sido contratado para ser peón de aquellas tierras. Greg tenía 15 años y ella 13... se habían amado tanto. Pero luego el se fue. Y después de unos años volvió casado. Ella también había hecho su vida. A veces se reprochaba por no haberse jugado por su verdadero amor.
-Lo sé -le dijo luego de unos segundos.
Greg se quedó quieto, observándola. Quería decirle algo, pero no sabía que. Tenía aquella estúpida sensación en el pecho. Se preguntaba a si mismo, qué era lo que le impedía confesarle que la seguía amando. Su esposa había muerto cuando _______ apenas era un bebé. Y Maggi se había separado del padre de Justin hacía muchos años.
-Maggi...
-¿Qué? -preguntó ella.
-¿Crees que aun estamos a tiempo?
Ella se giró a verlo como si hubiese dicho algo sumamente malo. Sus ojos estaban bien abiertos y había dejado caer el repasador sobre la mesada.
-¿Qué? -murmuró.
-¿No lo crees?
-Yo...
Él dio un paso hacia ella. Se limitó a observarla fijamente.
-Voy a quedarme a vivir aquí -los ojos de ella se abrieron aun más -Y creo que voy a necesitar una... buena mujer para que me acompañe en la habitación grande.
Sus mejillas se tiñeron de un rojo casi intenso.
-Greg -chilló avergonzada. Él rió por lo bajo.
-Cásate conmigo, Pattie -ella sintió que iba a desmayarse -Fui un cobarde hace 30 años atrás... por no pelear por ti.
-Éramos joven, Greg -musitó ella y dejó de mirarlo.
No podía mirarlo. Le dolía hacerlo. Le dolía recordar la manera en la que ella lo había esperado tontamente... y luego lo había visto llegar de la mano con una hermosa joven de cuidad.
-Era un ******* -murmuró él -Y lamento haberte hecho sufrir. Lamento... lamento todo lo que pasó.
-Ya no más -le pidió ella y se aguantó las ganas de llorar. Ya no era una niña, no iba a llorar delante de su dolor. Se armó de valor para mirarlo -La cena ya está lista, señor. Voy a avisarles a los muchachos...