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Sólo... creí que debía compartirlo con ustedes, nada más. No es más que una simples palabras que seguro mañana al despertar eliminaré.







   Tenemos el corazón frío, las manos candentes, el alma partido. Con tristeza puedo observar el descontrol del universo y sus diversas formas que afloran desde el infinito y llenan mi mente de estupor. Quiero escapar como aquella mariposa que voló de su capullo sobre los desenredados cabellos del viento y que poco a poco perdió su alma al conocer cada vez un poco más de su entorno. Estoy consternada y desalentada, temblando bajo las frazadas de una cama que si fuera poco, dentro de algún tiempo ya no será nada. Presa de esta realidad llamada vida y totalmente fuera de sí. Quiero escapar y daría todo por liberarme de este encierro que hiere mi alma, lo lastima y perjudica. Quiero apuñalar la maldad y verla desaparecer mientras siento la enorme satisfacción de ver a mis enemigos temblar de ira y llorar de dolor y entonces sabré que todo tiene un precio y seré feliz con eso. Quiero desaparecer entre las sombras, mudarme a un mundo desconocido y remoto, donde nadie sea capaz de cuestionarme, donde las personas no sean alguien, donde nada sea todo. Quiero correr sin rumbo por la salvaje vegetación de los sueños y esperanzas rotas. Quiero nadar por aquel océano al que prometí me zambulliría sin dudar, donde la duda se estanca en tu corazón y te sepulta en su más horrible tumba. Quiero acabar esto.

   Entonces tomo una birome, un papel, escribo. Quiero llorar, pero las lágrimas no son capaces de caer tranquilas y se atoran frente a una gran muralla nombrada por muchos orgullo. Y entonces cantó en silencio algún murmullo que escuché cuando sufría. Quiero que aquellos rayos de aquel sol que juró llenarme de calor puro y denso no desaparezcan por siempre. Quiero tenerte, y juro que es imposible, como seguir vivo en estas circunstancias.

   El odio, capaz de destruir pueblos, mundos, universos, llega desde una gran cúpula y se estanca en mi cabeza cubriéndolo todo en una capa negra y polvorienta que hace perder mis sentidos y caminar sin rumbo por donde no debo. Al final, todo acaba al pestañar, al acostarme, cerrar los ojos y volver a abrirlos en un nuevo día. Quiero ser tan prudente como la luna y poder llorar como la lluvia. Pero ya no hay luna y ya no llueve. El mundo, seco y descolorido, ahora es puro día sin descanso ni sueño. Entonces ahora quiero caminar, pero sé que no podré continuar. Me arrastro por el piso y suplico ayuda, pero los oídos de los demás, muertos y destrozados, ya no logran escucharme y aunque algunos de mis gritos sean sordos, quisiera ser escuchada.

   Camino lento por mi infinito universo cuando todo acaba y descubro verdades. Quiero seguir adelante, pero ¿Cómo?




DFAbril.

Dibujos dibujosos II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora