18va. carta

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—Te vi llorar, aunque no lo creas —susurró el hombre a su recuerdo de él, apretando aquella carta contra su pecho mientras el sonido de la lluvia se convertía en su único acompañante—. Lo que no sabes es que yo no tenía la libertad para hacerlo también, por mucho que mi corazón se hiciera trizas.

El recuerdo de aquella terrible noche seguía latente en el interior del hombre, quien no dejaba de repetirse una y otra vez la primera pregunta en la carta: «¿En qué momento nos convertimos en esto?», sin saber qué responderse.

Le hizo prometer a su amado que no olvidaría su amor como una forma de tener esperanza, de creer que después de la tragedia sus sentimientos se mantendrían intactos. Sin embargo, en el fondo de su corazón siempre supo que eso no resultaría.

Y ahora que accidentalmente había encontrado las cartas dedicadas a él, el traidor, pensó que ya nunca podría explicarle sus motivos. Lo había perdido, quizá para siempre.

Cartas a un traidor [Novela gráfica y epistolar] (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora