07. Muérete

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Zaek

—Entonces, ¿de dónde eres? —Giselle es la primera en hablar una vez que subimos a mi auto y nos abrochamos los cinturones de seguridad.

—Soy de... —aferro mis manos al volante y arranco despacio por el estacionamiento—. Soy de Boston.

Lo cierto es que he estado en ese lugar un par de veces. Los inviernos suelen ser muy fríos allí y además está bien lejos de donde nos encontramos actualmente.

—Supongo que fue un viaje bastante largo —dice, distraída, mirando por la ventana cuando agarramos la autopista principal—. ¿Por qué venir a estudiar tan lejos? ¿Tus padres estaban de acuerdo con esto? Yo no podría vivir lejos de mi mamá y sola.

Sonrío. Lo hago sin poder evitarlo. Esta chica no cambiará jamás, habla hasta por los codos. Aún recuerdo llevándola al castillo y llenándome de preguntas molestas hasta que logró sacarme de quicio. Quien llegaría a pensar que ahora su habladuría es lo único que quiero oír.

—Bueno-

Trato de contestar, pero me interrumpe.

—Sí, ya lo sé. Muchos jóvenes actualmente son muy independientes. No digo que ser independiente sea algo malo. De hecho-

—Es genial. —Es mi turno de interrumpirla ahora. Giselle voltea a verme sonrojada—. Digo, no es que esté del todo solo, ¿sabes? Tengo a mi hermana y a mi mejor amigo. Creo que con ellos me basta y me sobra —subo los hombros y la miro por un segundo, luego vuelvo la vista a la carretera.

—Lo siento, suelo hablar mucho —susurra—. Él solía decírmelo todo el tiempo.

Algo se dobla en mi estómago. Es cómo si me hubieran golpeado muy fuerte.

—¿Quién? —pregunto en un tono más bajo.

—No tiene importancia —responde en forma automática.

—No, dime. ¿De quién hablas?

—Dije que no importa. Luego creerás que estoy loca —detengo el auto en el semáforo en rojo que está doblando la esquina del edificio y la volteo a ver.

—Está bien —sonrío de lado—, pero quiero que sepas que nada de lo que me digas podría hacerme creer que estás loca —Giselle asiente y sus mejillas se vuelven sonrojar.

Cuando debe hablar no lo hace. Irónico.

—No sabía que vivías por esta zona —cambia el tema señalando por la ventana—. No cualquiera compra condominios por estos lados.

—Me gusta vivir cómodo —ladeo la cabeza y volteo a ver el semáforo que ha cambiado a amarillo.

—Ya lo veo. Ni en mis más grandes sueños pensé en ir en un auto como este y espero que mi comentario no te haga creer que soy una interesada, porque no lo soy.

—Tranquila —digo sin mirarla y avanzo cuando la luz verde alumbra. Doblo hacia las afueras del edificio y veo que somos los primeros en llegar ya que el auto de Jehiel no está.

—Solo soy muy observadora.

Y también hablas demasiado.

Ambos bajamos del auto y le pongo el seguro.

—Los esperaremos en la recepción, no deben tardar en llegar —digo señalando el lugar con la cabeza y ella asiente mientras el portero nos abre paso al lugar.

—Joven Watson —me dice cuando paso a su lado. Por un momento casi le digo que se ha equivocado de persona, pero solo lo miro sin hacer ningún gesto que me delate—. El auto de su hermana ya se encuentra en los estacionamientos del primer nivel. Las llaves están con la recepcionista.

Elegida por la muerte #2 [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora