2. Te invito a tomar algo.

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En cuanto el guardia de seguridad me sacó, me detuve a analizar la situación; en unos minutos Justin Bieber estaría llegando al lugar y abrirían las puertas nuevamente para que su camioneta entrara al edificio, así que el plan era el siguiente: alejarme lo más posible de esta bola de paparazzis, acercarme a la puerta trasera donde seguramente Bieber entraría y en cuanto abrieran la puerta, entrar nuevamente al lugar lo más desapercibida posible.

Quince minutos más tarde, una camioneta Cadillac de color negra, se acercaba a una velocidad media a la puerta trasera. Era hora de poner en marcha el plan. Las puertas comenzaron a abrirse así que en cuanto tuve oportunidad de entrar, aventé mi cuerpo en el pequeño espacio libre antes de llamar mucho la atención. Me dirigí nuevamente hasta la puerta del edificio intentando no ser vista por los de seguridad.

—¿Qué no les avisaron que no quería ningún paparazzi aquí para cuando llegara Justin Bieber? —Escuche una voz detrás mío haciéndome parar por completo, tenía toda la atención del staff sobre mi, y yo, quería morir de la pena. Al dar la vuelta me topé con Justin Bieber bajando de la camioneta y dos guardaespaldas junto a él.

De verdad estaba apenada, me habían atrapado con las manos en la masa, pero, al escuchar una vez más que me había llamado paparazzi, exploté.

—NO SOY PAPARAZZI —Hablé a un volumen algo alto entre dientes, estaba harta de que me confundieran con uno. —Soy fotógrafa, mi nombre es Maia Keldysh y estoy autorizada para entrar a este evento. Fui contratada. —Expliqué una vez más intentando tranquilizarme. No ganaría nada si perdía la paciencia. Justin observaba todo desde la esquina del lugar, ya había bajado del auto pero aún no lo metían al edificio por seguridad. Ja, como si yo pudiera hacerle algo.

En cuanto menos lo pensé, el guardia de seguridad que me había sacado hace unos minutos, estaba nuevamente frente a mi, y se le miraba muy enojado. —Señorita, ¿que no le había pedido que se retirara? No quiero sacarla a la fuerza nuevamente y si no obedece, tendré que llamar a la policía.

—¡No! Es que, todo esto es un mal entendido, en serio soy fotógrafa y el Club me ha contratado para tomar fotos en este evento... —Supliqué rogando que me creyeran —¡Soy hermana de José Keldysh! —Alce la voz esperando tener suerte al confesar mi parentesco con mi hermano —Uno de los futbolistas estrellas del club. —Todos guardaron silencio al escucharme, para después soltar grandes carcajadas. Genial, ahora pensaban que soy una mentirosa y que estoy loca. Llevé mi mirada hacia Justin, que observaba todo desde la esquina un tanto confundido.

—Estoy de acuerdo con que el joven José y usted comparten el mismo apellido, pero eso no me garantiza que usted sea su hermana. El joven Keldysh mantiene muy privada su vida personal y por ende, yo no puedo dejarla pasar. Señorita, solo estoy haciendo mi trabajo, así que, para evitar más conflicto le pido una vez más que se retire o tendré que llamar a la policía.

Ni siquiera me dejaron responder cuando los guardaespaldas de Justin le abrían espacio entre el staff y me empujaban un poco hacia atrás, Justin avanzaba rápidamente hacia el edificio mientras cuatro policías de seguridad me sacaban de aquel estacionamiento como si fuera una delincuente.

—Ya, ya... de acuerdo, de acuerdo. Ya pueden soltarme. —Dije intentando salir del agarre que por cierto me lastimaba. Nuevamente me encontraba afuera con la bola de paparazzis. Resignada, me quite la mochila donde traía mi cámara y me senté en el suelo a esperar que mi hermano se acordara de mí y viniera a mi rescate. Nunca sucedió.

Habían pasado cinco horas y José ya había actualizado su Instagram... el no saldría por mí. Suspiré y me di por vencida, sería mejor que volviera a casa; me sentía decepcionada y enojada conmigo misma, y con mi hermano también. Cuando estuve a punto de levantarme, observe el Cadillac salir del edifico a una velocidad razonable, los paparazzis comenzaron hacer su trabajo fotografiando al auto sin piedad. Vaya, los flashes no paraban. Me quede sentada mientras observaba todo de lejos, nunca comprendería como esas personas no respetaban la privacidad de los famosos. De acuerdo, yo también tomo fotos pero, a diferencia de ellos, yo hacia sesiones programadas y hacia todo lo posible porque mi cliente se sintiera cómodo. Dos minutos más tarde los paparazzis habían conseguido lo que querían y comenzaron a retirarse. Seguro ya habían fotografiado a algunos futbolistas y a Justin Bieber. Ya tendrían suficientes fotos para vender. Decidí esperar a que todos se fueran para así, sacar mi teléfono móvil, pediría un Uber.

—Así que no mentías... —Escuché una voz muy conocida junto a mi, al sacar la mirada de mi móvil, lo mire sorprendida, tenía a Justin Bieber encapuchado frente a mi, en cuclillas a una misma altura que yo. —Tu no eres paparazzi.

—¡Por fin alguien me cree! —Grité dramáticamente actuando. Gire mis ojos encogiendo los hombros y después suspire. —Lastima que no me hayan creído y me haya quedado sin trabajo y con una mala reputación. —Dije resignada escuchándolo reír suavemente.

—Comienza a hacer frío, ven... te invito a tomar algo. —Extendió su mano ofreciéndomela y yo, incrédula lo miré. —Vamos, necesitas relajarte y yo necesito un poco de compañía. He terminado con mi trabajo aquí, y a ti no te han dejado hacerlo así que, ven, no pierdes nada por distraerte un poco. —Sin decir nada más, me levante del lugar, tome mi mochila y subí al Cadillac junto a Justin Bieber. ¿Quién lo iba a decir? Ni siquiera yo lo habría imaginado así.

Take youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora