Parte 5: La chica mitológica

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Es sorprendente lo rápido que he olvidado a Andrea. Ha ocurrido en un abrir y cerrar de ojos, por así decirlo. Me siento algo culpable de haberla olvidado, ¿cómo puede el corazón de un hombre cambiar a una persona por otra, así de repente? Siento que he ultrajado la memoria de Andrea, la he cambiado por otra chica, una que he visto hoy por la tarde en la estación de autobuses.

Nunca me había pasado antes. He visto cientos de chicas por la calle y muchas de ellas muy guapas. Las he visto andando por las aceras, por los centros comerciales, por la universidad y por las estaciones de autobús. Mas, nunca había visto algo como lo que vi aquella tarde. Lo supe desde el principio, había visto a la única chica mitológica de nuestra era.

Ya sé que es ilógico y hasta cierto punto absurdo quedar prendado de una mujer, así de repente. Pero yo creo que es totalmente válido, que es honesto y verosímil enamorarse de un sólo golpe. Y es que esta chica que he visto en la estación, poseía la auténtica belleza femenina. Tenía una belleza musical y pausada, que nada tiene que ver con la belleza mortífera y angular que puedes ver en las películas norteamericanas de cartelera. No, ésta era una belleza, como he dicho, pausada, de esas que te arrullan, que te arrancan un suspiro.

Regresé a casa con una sensación muy agradable en el corazón. Había visto a la única chica mitológica de nuestra era, y estaba feliz por ello. "¿Quién sabe?-pensaba-¿la volveré a ver?". Esperaba que así fuera. Sin embargo, no deja de ser algo extraño. Miré el rostro de esta muchacha, pero al llegar a casa, apenas si lo recordaba. Su rostro se me presentaba como algo pálido y borroso, y esto no me gustó para nada. Tenía que volver a ver aquel rostro, o me volvería loco, tenía que ver una vez más el rostro de la chica mitológica.

Paula o el origen de la formaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora