Con una mezcla de sorpresa y repulsión, Louis se dio cuenta de que lo que había encontrado era una trampa para aquellos que, como él, buscaban lo inusual. El joven exhibido era una víctima del comercio ilegal, una realidad que había sido ocultada tr...
Louis caminaba con pasos pesados hacia su oficina, la furia contenida vibrando en cada músculo de su cuerpo. Su mente bullía tras el enfrentamiento con Lucille, y la impotencia de no haber podido controlar la situación lo empujaba al borde del colapso.
Apenas cruzó el umbral, cerró la puerta con fuerza, asegurándose de que nadie más escuchara lo que estaba por suceder.
—Levántate —ordenó con una voz fría, cargada de una autoridad que rara vez mostraba.
Lucille, aún con la arrogancia que la caracterizaba, se puso de pie con lentitud. La tensión en la habitación era casi tangible, el aire denso con el enojo contenido del abogado.
—Hiciste que todo se malinterpretara. Nada sucedió entre nosotros, y si alguna vez pasó, fue un error —soltó con frustración—. ¿Cuántas veces tengo que decirlo?
La mujer esbozó una sonrisa ladina, disfrutando del poder que aún creía tener sobre él.
—Eso es lo que tú crees —respondió con una calma venenosa—. Pero sí sucedió algo. Y te diré que resultó mejor que nunca.
Antes de que él pudiera replicar, tomó su mano y la llevó a su vientre.
—Vas a ser padre. Felicidades, Tomlinson.
El impacto lo dejó momentáneamente en silencio. Su mandíbula se tensó y su mirada, afilada como una cuchilla, se posó en ella.
—Deja las mentiras de una vez por todas —escupió, apartando su mano con brusquedad. Sin perder un segundo, se dirigió a su escritorio, sacó un documento de un cajón y lo rellenó rápidamente—. Este es tu despido. Tu tiempo aquí ha terminado. Y ese feto no es mío.
Deslizó el papel sobre la superficie con un movimiento seco.
—La única vez que pasó algo entre nosotros fui extremadamente cuidadoso. No hay posibilidad alguna.
Lucille tomó el documento sin inmutarse, pero una sonrisa burlona apareció en sus labios.
—Oh, Louis... yo que tú lo pensaría mejor. Acabas de hacer pública tu relación con ese niño. Y si no me equivoco, hay una gran diferencia de edad entre ustedes. Me atrevería a decir que aún es un adolescente en pleno desarrollo.
Sus ojos centellearon con malicia mientras empujaba el papel de vuelta hacia él.
—¿Qué crees que pensarán los sofisticados clientes que sostienen la reputación de este bufete si esa información saliera a flote?