LA REALIDAD DEL FENIX

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ULTIMAS CENIZAS
(autor:yo)

Hemos conquistado el terreno de las palpitaciones confusas, y no hay más misión que la de encontrar un hombre semejante a uno mismo.

El sabrá por qué la escoria viene del cielo, por qué el ombú asusta tanto a los antropófagos, por qué hemos buscado estos paisajes desolados, libres de todas nuestras amistades y de los enemigos que quedaron rezagados, lejos de las barreras del gran incendio, que compartimos casi tres meses, donde seguramente nuestros huesos permanecerán inalterables, a pesar del exceso de aire ​rarificado.

Aquí estamos, al fin de nuestra caminata. Aquí, solos tú y yo. (y un intruso ínfimo que no pienso ab​andonar ni volver a nombrarte).

Ha sido necesario romper muchas lanzas contra el deseo obstinadamente contenido.
Aquí nos quedaremos, despojados los vestidos, enarbolando
la diadema resplandeciente de granates tsavoritas, cuyos fulgores van a rozar los labios de la Esfinge.
Solos en este paisaje que me encanta por sus cuatro costados que son cinco, solos en este inmenso desierto de los instintos, listos para los ataques del cielo.

Aquí encontraremos nuestros cadáveres copulando, en señal de que la muerte para ese amor les era indiferente.

No hay ya necesidad de cargar las bayonetas, pues en estos dos cuerpos quedarán por siempre, y más allá de la muerte, los fulgores del geyser, pese a todos los espejismos del lugar y su ADN.

Perpendicular a los hospitales y a los cerros, las miradas se han cruzado, lejos ahora de toda huella humana, ahí, con la sangre terrible, cuyos torrentes bañan las circunvoluciones del cerebro y otra mezc​l​ada que crece y no crees; de pie, con los deseos relampagueantes de la punta de los dedos y todos, todos los vellos erectos; aún así nos convertíamos en ángeles de auroras boreales cruzándose entre vapores de velos matinales sobre los terraplenes, a medida que iban cayendo en un juego sucesivo las hojas fosforescentes de una derrota incipiente, para sellar los cielos con una marca de fuego.

EL FENIX NACIA YA COMO LA AURORA, DESE SU PROPIA JAULA, POR EL MISMO CREADA. POBRE FENIX... HA MUERTO. OTRO SER ES EL QUE VIENE.

LA REALIDAD DEL FENIXWhere stories live. Discover now